Dice Pablo Neruda: “En mi casa he reunido juguetes pequeños y grandes, sin los cuales no
podría vivir. El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega
perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta”
Y tiene razón. Muchas veces dejamos que el
niño que llevamos dentro se vaya y en vez de tener alegría, ternura, inocencia…
nos manifestamos gruñones, desesperanzados, ariscos… Pero Jesús dijo: “Dejad que los niños se acerquen a mi”.
Si somos niños podremos recibir con mucha facilidad esa caricia de Jesús.
No abandonemos nunca nuestros juegos,
nuestra alegría, nuestra ternura. Porque todos amamos a los niños y así seremos
amados por todos.
Un abrazo
Huellas
No hay comentarios:
Publicar un comentario