domingo, 5 de junio de 2016

CON DIOS SIEMPRE HAY ESPERANZA


LUCAS 7, 11-17

Después de esto fue a una ciudad llamada Naín, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud.

Cuando se acercaba a las puertas de la ciudad resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; una considerable multitud de la ciudad la acompañaba.

Al verla el Señor, se conmovió y le dijo:

- No llores.

Acercándose, tocó el ataúd (los que lo llevaban se pararon) y dijo:

- ¡Joven, a ti te hablo, levántate!

El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre.

Todos quedaron sobrecogidos y alababan a Dios diciendo:

- Un gran profeta ha surgido entre nosotros.

Y también:

- Dios ha visitado a su pueblo.

Este dicho acerca de Jesús se extendió por todo el país judío y todo el territorio circundante.

Pasamos unos tiempos duros. ¿Cómo han sido los que nos han precedido?
Parece que el mundo ha perdido el rumbo. ¿A qué rumbo nos referimos?
Es como si estuviéramos en el tiempo del todo vale. ¿Antes fue distinto?
¿Dónde está Dios?  ¿Se quiere prescindir de Él?
Una sociedad que niega a Dios es una sociedad a la deriva. Por encima de los derechos humanos, más allá de la justicia, está el amor. Y Dios es amor. Lo que nos hace humanos es el acercamiento a Dios, la proximidad al amor.
El evangelio de hoy relata una escena donde todo parecía perdido. Pero Jesús se compadece de una madre y le concede lo que le pide. Porque con Dios siempre hay esperanza.

Aunque pensemos que el mundo está desorientado, no dudemos de Dios. Prevalecerá el amor.  

En el siguiente video abrimos la puerta a la esperanza. Ponemos color a la vida.



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