Del 8 al 11 de septiembre de
2016 hemos celebrado el 36 Congreso de Teología, que ha reunido a personas y
colectivos procedentes de los diferentes continentes, pueblos, culturas y
religiones para reflexionar sobre el tema "Migrantes, refugiados y
fronteras: de la exclusión a la hospitalidad". En él han participado
activistas sociales comprometidos en los campos de refugiados y en las zonas
fronterizas, que han aportado sus experiencias. Nos han acompañado
representantes de pueblos oprimidos y olvidados. Hemos contado con
especialistas en relaciones internacionales, procesos migratorios, trata de
seres humanos, teoría de género, así como con teólogas y teólogos, que han
hecho análisis críticos de la situación y han ofrecido interpretaciones
liberadoras de los textos religiosos.
1. Existen en el mundo 200
millones de personas migrantes, 60 millones de desplazados, 20 millones de
ellos refugiados y 40 desplazados internos, y 4 millones de víctimas de trata.
Las personas más vulnerables son los niños, las niñas, mujeres, gays,
lesbianas, bisexuales, transexuales, intersexuales, sometidos a todo tipo de
vejaciones: acoso sexual, agresiones físicas, trata de personas, tráfico de
órganos, trabajos forzados, prostitución, violencia de género. Son
personas sin nombre, sin cara, sin identidad reconocida. Viven una soledad
social, política, moral y jurídica. Se les niega la dignidad y el derecho a la
vida, como demuestran las miles de personas muertas en el legítimo intento de
atravesar las fronteras.
2. En expresión de Francisco,
estas personas son consideradas "'población sobrante", producto de la
"cultura del descarte", que nos vuelve incapaces para compadecernos
ante los clamores de los otros. Son víctimas de un sistema basado en el Dios
Dinero, del capitalismo perverso y de la acumulación mafiosa del capital. Quien
se beneficia de esta situación es una elite político-económica, patriarcal,
colonial, racista y antiecológica, que pone en marcha tres grandes negocios: el
de la seguridad, el de la economía política de las migraciones y el de la
gestión de las personas en movimiento.
3. A pesar de las discriminaciones
que sufren, las mujeres inmigrantes, refugiadas y desplazadas demuestran una
gran capacidad de resistencia, resiliencia y empoderamiento.
4. Los países de acogida son,
en su mayoría, países del Sur, mientras que la mayoría de los del Norte cierran
sus puertas a cal y canto, protegen sus fronteras con vallas, concertinas,
policías y fuerza militar, niegan el derecho de asilo, siguen políticas
equivocadas de seguridad, incumplen los protocolos internacionales y sus
propios compromisos, y no demuestran voluntad de acogida.
5. La insolidaridad de los
Estados del Norte contrasta con la solidaridad que demuestra una parte
importante de la sociedad, que adopta actitudes de hospitalidad, y con el
trabajo de los movimientos sociales, organizaciones no gubernamentales y
personas cooperantes, que colaboran en los campos de refugiados y en las
fronteras.
6. El papa Francisco está
adoptando actitudes ejemplares de acompañamiento y acogida, al tiempo que
denuncia la hipocresía de los gobernantes y de los poderes económicos y
financieros europeos. Dirigiéndose a ellos en su visita a Lampedusa pronunció
la palabra "vergüenza". A los parlamentarios europeos les dijo
que no es tolerable que el Mediterráneo se convierta en un gran cementerio ni
que se niegue acogida a quienes llegan a diario a nuestras costas, muchas veces
muriendo en el intento en las barcazas. Actuar de esta forma es negar su
dignidad y favorecer el trabajo esclavo.
7. La actitud hospitalaria del
papa contrasta con la insensibilidad de un sector importante de la jerarquía
católica española ante el drama de las personas migrantes y refugiadas, cuyos
problemas parece serles ajenos o no son prioritarios en su agenda pastoral.
Amén de insensibilidad, hay obispos que amparándose en un mal uso de la libertad
de expresión, adoptan actitudes racistas, xenófobas, excluyentes e
inhospitalarias cuando alertan irresponsablemente sobre la "invasión"
de los refugiados, cuestionan que todas las personas que cruzan la frontera
sean "trigo limpio" y afirman que a Europa vienen muy pocos porque
sean perseguidos. Alguno ha llegado a decir que la llegada de los refugiados es
el Caballo de Troya de las sociedades europeas y, en concreto de la española, y
que la acogida de los refugiados puede quedar muy bien, pero que "hay que
saber lo que hay detrás".
Estas declaraciones se hacen
desde la impunidad jurídica y el disfrute de privilegios de todo tipo de parte
del Estado: educativos, sociales, fiscales, económicos, financieros.
Privilegios s que los alejan del Evangelio como mensaje liberador de Jesús de
Nazaret.
Con todo, hay algún obispo que
en sus actuaciones y declaraciones demuestra actitudes hospitalarias con las
personas migrantes, refugiadas y desplazadas, y denuncia proféticamente las
políticas insolidarias del Gobierno en materia de emigración y refugio.
8. Queremos denunciar
enérgicamente tales declaraciones, que demuestran ausencia total de
misericordia y falta de sentido de hospitalidad, se alejan del mensaje
hospitalario de la Biblia, que pide amar a los emigrantes, no maltratarlos ni
oprimirlos "porque emigrantes fuisteis vosotros en el país de Egipto"
(Éx 22,20), y son contrarias a la práctica acogedora de Jesús de Nazaret,
él mismo perseguido, emigrante e identificado con los emigrantes (Mt
25,31-45).
9. En nombre del Dios de la
Vida y de la Paz condenamos el terrorismo, en este caso, el terrorismo que dice
basarse en motivos religiosos y matar en nombre de Dios y que provoca la salida
de poblaciones enteras para huir del terror.
10. Exigimos a los Estados:
- cumplir los protocolos
internacionales en materia de inmigración, refugio y desplazamiento;
- abrir rutas seguras que
impidan caer en las redes de las mafias;
- no participar en el negocio
de venta de armas que se utilizan para apoyar al terrorismo y a los gobiernos
dictatoriales;
- combatir el racismo
institucional; negar legitimidad a gobernantes corruptos y autócratas;
- apoyar a las organizaciones
humanitarias que trabajan sobre el terreno;
- fomentar políticas de
desarrollo en los países de origen;
- cumplir sus compromisos de
acogida;
- fomentar el diálogo
intercultural, interreligioso e interétnico.
11. El Congreso quiere
expresar su solidaridad con los pueblos oprimidos y olvidados como el kurdo, el
palestino y el saharaui, a quienes se les niega su derecho a la independencia y
se los somete a todo tipo de vejaciones. Todos ellos tienen numerosos
emigrantes, refugiados y desplazados.
12. Las personas que hemos
participado en este congreso nos comprometemos a:
- luchar contra la ideología y
el sistema económico que provoca la exclusión de millones de personas,
- denunciar la sistemática
transgresión de los derechos humanos de las "personas en movimiento"
por parte de los Gobiernos,
- trabajar por otro mundo
posible hospitalario,
- seguir la práctica solidaria
de Jesús de Nazaret;
- hacer una nueva teología de
la emigración;
- pasar de la exclusión a la
hospitalidad.
Juan José Tamayo
En Madrid, a 11 de septiembre
de 2016
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