El miedo es ese compañero de viaje que puede ser nuestro
amigo y mejor aliado o el enemigo más cruel, capaz de mantenernos atrapados en
una cárcel sin puertas e interponerse entre nosotros y la realización de los
sueños, objetivos y metas que tenemos.
Cuando aparece en nuestra vida como amigo, el miedo es una
respuesta que tiene un valor biológico necesario para la supervivencia, supone
una activación que pone en marcha un conjunto de respuestas que podemos
utilizar ante las situaciones que vivimos como amenazantes. Nos avisa del
peligro y enciende las luces de nuestras capacidades y potencialidades para que
podamos ponerlas en funcionamiento y movilizar nuestros recursos.
Digamos que es el despertador de nuestras defensas,
así como el dolor nos avisa de que en el cuerpo algo requiere atención, el
miedo nos moviliza para estar alerta. Si nos rompemos un brazo y no sintiéramos
dolor, no iríamos al médico para que nos pusiera una escayola, del mismo modo
si no tuviéramos miedo, podríamos acercarnos al borde de un precipicio hasta el
punto de arriesgar demasiado y caer.
Como enemigo, el miedo es el peor de cuantos podemos tener,
se cuela por los rincones de nuestro ser, invade la intimidad dejándonos
pasivos, nos vampiriza manteniéndonos atrapados, cogiendo cada vez más poder y
tomando más dominio en nuestra vida. Cuanto más crece más nos limita, cuanto
más poder le damos, más aniquilados nos mantiene.
¿CÓMO SABEMOS SI NUESTRO MIEDO ES AMIGO?
El desencadenante del
miedo amigo es la percepción por nuestra parte de una amenaza real o
imaginaria a nuestra seguridad, integridad, salud y bienestar tanto físico como
psicológico. El miedo es aliado cuando existe una adecuación
en cuanto a la intensidad entre lo que sucede en nuestra realidad y el miedo
que tenemos. La intensidad puede ir desde un ligero malestar o cosquilleo en el
estómago hasta el pánico en su grado más extremo, al que se une la sensación
orgánica de que el mundo se va a acabar y todo quedará destruido.
Si la valoración de las circunstancias que vivimos es
ajustada, el miedo será directamente proporcional y se convierte en un recurso
adaptativo que nos reporta la energía suficiente para enfrentarnos a esa
realidad y protegernos ante el peligro.
El miedo que se convierte en nuestro enemigo, tiene que ver
con la valoración desproporcionada que hacemos de lo que nos sucede, otras
veces con las anticipaciones negativas o catastrofistas respecto a eventos
futuros.
Nos asustamos porque llegamos a creer que todo ese
repertorio de pensamientos destructivos se hará realidad, en ese momento le
abrimos la puerta al fantasma del miedo que poco a poco generaelementos bloqueantes de iniciativas, sentimientos,
ideas y decisiones que acaban inhibiendo nuestra riqueza vivencial y
comenzamos a sufrir gratuitamente. Lo visualizamos como un fantasma que está
detrás de nosotros dándonos cocotazos y envenenándonos permanentemente, miramos
pero no lo vemos, solo cuando nos decidimos a mirarlo a la cara podemos
quitarle su sábana de fantasma y mirarlo a los ojos, entonces, el miedo está
perdido.
Un antídoto para vencer al miedo es conocerlo.
Algunas preguntas que te pueden ayudar a desenmascarar al
fantasma de tu miedo:
¿Qué te dice tu miedo?, ¿De dónde viene y a dónde va?,
¿Para qué lo necesitas en tu vida?, son algunas de las preguntas que te pueden
ayudar a identificarlo.
Lo que deseas está al otro lado del miedo
María Guerrero escusa, psicoterapeuta
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