Imagen tomada en Corea del Sur |
El evangelio de este domingo es contundente: quien no renuncia a todos sus benes no puede
ser discípulo mío.
No caben medias tintas. Ser discípulo de Jesús es hacer
como Él hizo. Es entregarse totalmente a Él, es reconocer que todos somos
hermanos, que todos venimos de la unidad -Dios- y volveremos a la misma unidad
-Dios-.
Si nuestra vida está gobernada por el conseguir más, tener
más, aprender más, rezar más, divertirme más… entonces no conseguiré ser
discípulo de Jesús.
Seguir a Jesús es reconocerle a Él como modelo y ejemplo y
entregarse a Él. Es decirle: aquí estoy Señor, haz de mi lo que quieras. Porque
así Jesús será todo para mí.
La Virgen dejó llevarse por Dios e hizo lo que Dios quiso
de ella. Aprendamos a hacer lo mismo.
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