Hace unos días leíamos un artículo de Eclesalia que
se titulaba: LA PACIENCIA LLEGA LEJOS.
Nos explicaba que la paciencia es algo más que una virtud que lleva a aguantar cualquier adversidad de manera
pasiva, sin apenas decir nada, cuando en realidad constituye un atributo que
exige poner en acción nuestros mejores recursos emocionales.
Nos explicaba que la paciencia es “la principal
diferencia entre la fe y el ateísmo, en los momentos en que Dios parece estar
lejos u oculto.
Porque la paciencia supone para un cristiano que en momentos
de oscuridad mantiene la confianza en Dios. Sabe que está ahí aunque no lo
vea. Somos peregrinos hacia una vida mejor y no podemos estar impacientes por llegar a ella.
Paciencia pues amigos, pero paciencia activa.
Busquemos a ese Dios, que a veces no vemos, en la cara del hermano que nos
acompaña por este valle de lágrimas.
Un abrazo
Huellas
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