miércoles, 6 de julio de 2016

EL MIEDO A DECIDIR


Tenemos que habituarnos a vivir con la probabilidad y no con la certeza Giorgio Nardone

El miedo a decidir es una las pandemias que sufre la sociedad actual, tal y como defiende este psicólogo italiano

Cada día tomamos decisiones. A cada momento. A veces somos más conscientes de ello, otras ni nos damos cuenta; unas son más banales, otras más trascendentales. Pero siempre estamos tomando decisiones. Y es que la vida nos obliga continuamente a elegir. Pero no por habitual, esta práctica sea más placentera. Todo lo contrario. Hay personas que tienen miedo a decidir, que sienten pánico ante la idea de tener que escoger. Y eso las puede llegar a incapacitar en su día a día, porque como asegura el psicólogo Giorgio Nardone en su último libro, El miedo a decidir, un día u otro nos tocará decidir.

Delegar la responsabilidad de elegir en otros, explica Nardone, es una de las tácticas que utilizan estas personas ante el pánico que experimentan frente a una elección. “Pero sólo eres libre cuando eres responsable de tus decisiones”, explica el psicólogo italiano a La Vanguardia. “Es un gesto de libertad diaria, pero la mayoría quiere menos responsabilidad, cuando en realidad, a mayor responsabilidad, mayor libertad”, remata.

Sólo eres libre cuando eres responsable de tus decisiones.

Ante la toma de una decisión, hay cinco miedos, según Nardone, que pueden entrar a escena: el miedo a equivocarnos, a no estar a la altura, a exponerse al juicio de los demás, a perder el control y a la impopularidad. El primero es el más recurrente, quizás el más universal, y es que “queremos evitar el error”, esgrime este psicólogo. Mientras que tras el segundo puede esconderse una baja autoestima, o lo que vendría a ser lo mismo: la idea de no ser capaz “de tomar la mejor decisión”, como relata en el libro este especialista, creador de la Terapia Breve Estratégica y uno de los mayores exponentes de la llamada Escuela de Palo Alto.

El miedo a exponerse al juicio de los demás, como el de equivocarse, quizás sea uno de los más extendidos, aunque seguramente constituya uno de los más paradójicos. Y lo es por el simple hecho de que lo que piensen los demás de una persona trasciende al control de ésta. Es una utopía querer controlar los juicios de los otros, como lo es querer tener la certeza de que seremos capaces de controlar la nueva situación que se derive de la toma de una decisión. Ya lo decía Buda: “La búsqueda de certidumbre conduce a la incertidumbre”. “No hay que caer en la trampa del exceso de rigor”, escribe Nardone en su última obra, y es que “conduce a la asfixia de la capacidad”. “Tenemos que acostumbrarnos a vivir con la probabilidad y no con la certeza, porque de ahí sólo partimos hacia la inseguridad y al bloqueo”, agrega.

Con respecto al miedo a la impopularidad, Nardone resume su punto de vista a través de una sentencia muy explícita: “Saberse amado es una necesidad primordial, pero la necesidad de sentirse amado por todos es su expresión disfuncional”. Al final todo se reduce a lo que hace ya más de 1.500 años sentenciaba el filósofo estoico Epicteto: “No son los hechos en sí los que perturban a los hombres, sino los juicios que los hombres formulan sobre los hechos”. Una idea, ésta, que Nardone remata en su libro citando a Ludwig Wittgenstein, quien aseguraba que “la realidad es el fruto del lenguaje que utilizamos para describirla”.

Preguntas incorrectas
Hay que tener en cuenta también que, a veces, la respuesta a un dilema se convierte en una quimera porque la pregunta está mal planteada y, en consecuencia, no tiene solución, tal como defendía Immanuel Kant. “O concretamos las preguntas o lo único que hacemos es crear contextos indecidibles”, señala Nardone. Para este psicólogo también es necesario acabar con la idea falaz de la existencia de decisiones irrevocables, porque es un planteamiento incierto. Muchas veces se puede deshacer lo hecho.

De lo que relata Nardone en ‘El miedo a decidir’ se extrae la idea de que lo más importante a la hora de elegir es la gestión del miedo. “Sólo quien ha tenido miedo puede ser valiente; lo demás es únicamente inconsciencia”, arguye el psicólogo italiano en su libro. Y es que para él es evidente que todos tenemos miedo, pero la diferencia entre el valiente y el miedoso es que “el primero lo acepta y lo gestiona, mientras que el segundo no lo acepta y lo sufre”. En consecuencia, es evidente que el camino a seguir no es evitar el miedo, ya que “cuanto más se evita”, esgrime, “más se alimenta”.

Este psicólogo asegura que la única vía para superar el miedo es evocándolo. Vendría a ser como lo que defendía en su día William Shakespeare, quien postuló que “el loco es aquel que intenta expulsar su propia sombra y se pierde en ella”. Nardone habla de practicar la “tortura voluntaria”, que consiste en dedicar cinco minutos al día a evocar pensamientos e imágenes no deseadas para que la mente acabe rechazándolas con el tiempo. “Es la estrategia de echar más leña al fuego”, apunta.

Así pues, todo se reduce a tener la capacidad de enfrentarnos a nuestros miedos a la hora de decidir, algo relativamente fácil de teorizar pero difícil de llevar a la práctica. Pero lo cortés no quita lo valiente, y como reza un conocido koan japonés: “Aplazar las decisiones nos hace perder la capacidad de decidir”.

Tomado de La Vanguardia


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