miércoles, 9 de octubre de 2013

EL IMPERIO DEL MIEDO.

 
miedo al vacío
 
     En cierta ocasión Deseo y Entusiasmo se reunieron en el Gran Salón del Palacio de la Mente para charlar sobre sus cosas. Deseo tenía muchos planes, muchas ideas, muchos sueños y se los contaba emocionado a Entusiasmo, desgranando todos los detalles. Entusiasmo escuchaba emocionado y aplaudía cada palabra de Deseo, animándole a poner en práctica cada uno de esos planes. Incluso se ofreció a ayudarle y a acompañarle.

     Se emocionaron tanto hablando que, literalmente, saltaron de sus sillas para correr a poner en práctica tantísimos planes. Mientras corrían por los largos pasillos del Palacio de la Mente, reían y se contaban una y otra vez lo que harían en cuanto salieran del Palacio: primero esto, después lo otro, luego vendría lo de más allá… Serían geniales, grandes, poderosos, libres, felices… 

  ¡Tantas alegrías!, ¡tantos planes!, ¡tantas ideas!... Tanta emoción que no se percataron de la presencia de una inmensa sombra negra que tapaba la gran puerta de salida del Palacio. Casi se dieron de bruces contra el oscuro personaje antes de llegar a verlo. Entusiasmo y Deseo se quedaron petrificados. Ninguno de los dos osó decir una sola palabra. No hizo falta. El siniestro ser alzó la voz, una voz potente, dura, fría y terrible, que retumbó en las paredes del Palacio, amenazando con tumbarlas.

-¡¿Dónde creéis que vais?!

Deseo y Entusiasmo no osaron contestar. Se agazaparon, sumamente asustados y dejaron caer la mirada hasta el suelo. 

-¡Volved a vuestros aposentos ahora mismo!

Por fin, Deseo se atrevió a balbucear unas breves palabras, para intentar justificar ante aquel oscuro y enorme ser, la algarabía de antes. Pero El Miedo, que ese era el nombre del terrible personaje no le dejó apenas abrir la boca.

-¡Basta! –Gritó con una fiereza que tumbó en el suelo literalmente a Deseo y a Entusiasmo.- ¡Aquí se hace lo que yo digo y nadie se mueve de este Palacio! ¡Volved a vuestros aposentos y olvidaros de una vez de fantasías y sueños inservibles! ¡¡Fuera de aquí!!

Cabizbajos, tristes y derrotados, Entusiasmo y Deseo se dieron la vuelta y, arrastrando los pies, se encaminaron hacia los minúsculos cubículos en los que se desarrollaban sus tristes existencias, siempre vigilados y controlados por Miedo. No había nada que hacer, pensaban mientras arrastraban cansinamente sus derrotados pies, El Miedo es muy poderoso. Es el amo y señor del Palacio de la Mente. Tiene una enorme fuerza y un ejército invencible al que no se puede hacer frente. Con sus capitanes, La Duda, La Ignorancia, El Terror, La Culpa, El Odio, la Tristeza y otros muchos, su fuerza era tan formidable que cualquiera que se opusiera a él no podía más que fracasar.

  Pero entonces, cuando ya estaban a punto de separarse para entrar cada uno en su cubículo, alguien les detuvo. Era una imagen banca, liviana, sonriente y llena de luz: Esperanza.

-¿Qué os pasa, amigos? –Les preguntó con su iluminado y feliz rostro. 

Los derrotados y tristes Deseo y Entusiasmo le contaron de forma apagada y monótona lo que les acaba de suceder. Esperanza les escuchó en silencio y sin perder ni su sonrisa ni su luminosidad. 

-El Miedo es un enemigo formidable, sí. –Comenzó a decirles en cuanto acabaron.- Vosotros solos no podéis hacer nada contra él, pero podemos buscar ayuda…

¿Ayuda? Una palabra mágica que pareció hacer renacer a Deseo y Entusiasmo. Volvieron a animarse y escucharon con mayor atención la Esperanza. 

-Necesitamos a Inteligencia, a Paciencia, a Confianza, a Alegría, a Sabiduría y a Fe. Si logramos ponernos todos de acuerdo y actuar juntos despertaremos al verdadero soberano de este reino Amor. Miedo no puede nada contra él, y cualquier cosa que Amor decida, será posible.

  De esta manera, se fueron los tres juntos para seguir desarrollando sus planes y lograr que al fin, con aquella formidable ayuda, que los proyectos de Deseo se convirtieran en una realidad

Mª. José

1 comentario:

  1. Qué bonito. Si no somos capaces de echar el miedo, nos vence y nos atenace e impide que el rey reine: el amor. Brillante exposición. Gracias, amiga

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