domingo, 1 de agosto de 2010

OJO CON LA AVARICIA


El evangelio de hoy domingo, Lc 12, 13-21, hace un llamamiento a la valoración adecuada de los bienes materiales, y contiene este párrafo:

“Tened cuidado con toda clase de avaricias; que aunque se nade en la abundancia, la vida no depende de las riquezas”

Mucho y mal se ha dicho de quienes exclusivamente ponen todo su afán en acumular bienes, en quienes todo su tiempo lo emplean en obtener más propiedades, en tener más dinero. Es verdaderamente llamativo que unos pocos ricos acumulen tantas riquezas a costa de muchísimos pobres. Es insostenible e injusto. ¿Para qué quieren tanto? Pero, quizás, más que esos grandes ricos –que son pocos- hoy la llamada es para tantos que sin tener tanto quieren tener todo lo que puedan, aunque no sea mucho.
El papa Benedicto XVI ha dicho que una de las causas profundas de la crisis económica actual reside en la codicia.
El evangelio de hoy non invita a poner los bienes materiales en su sitio. A reflexionar sobre la insatisfacción que provocan las cosas materiales. Son necesarias e imprescindibles. Pero deben dejar espacio y tiempo para algo más, para mucho más.
La verdadera riqueza de nuestra vida consiste en cómo hemos vivido. La vida es un continuo buscar la alegría y la felicidad. Y todos tenemos experiencias de que la satisfacción tras conseguir un bien material es efímera. En cambio cuando hemos puesto toda nuestra alma en una obra amorosa, en una labor altruista, en la entrega generosa, la satisfacción es más honda y más duradera.
Pues tengámoslo en cuenta y apartémonos de la avaricia y de la codicia.


La fotografía "Abeja en margarita" ilustra cómo ese animal tan pequeño cumple su función.

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