Leíamos esta semana en pastoral sj:
Es la vida, poderosa,
imbatible. Es recordarnos que la última palabra no la tiene la muerte, sino el
amor. La Pascua es el tiempo de las apariciones, de la búsqueda con nuevos
bríos. Jesús anda, en espíritu y en verdad, por nuestro mundo. No siempre le
veremos. No siempre lo sentiremos. Pero está, proclamando la verdad última del
Dios de la historia, de la creación entera y del cosmos. Dios quiere la vida.
No la muerte ni las mil pequeñas muertes cotidianas infligidas por el pecado.
Quiere la pasión auténtica del ser humano, esa que se hornea en risas y
abrazos, en gestos de intimidad, en encuentros alrededor de una mesa, en
huellas eternas.
Y añadimos:
Si buscamos escusas para
caer derrotados, las vamos a encontrar. Si nos anclamos en pensamientos
negativos, cada día veremos sombras más negras. Si solo nos fijamos en la
corrupción que campea nos volveremos rabiosos y odiosos. Si echamos la culpa a
los demás, salimos de la realidad. Pero es posible vivir la vida de otra
manera. Sonriendo, aportando lo que somos para hacer nuestro entorno más
cálido, más amable, más servicial. Estamos en pascua. Es el tiempo de la alegría.
Jesús nos sonríe. Dios nos ama. Vamos a hacer nosotros lo mismo. Vamos a ver lo mucho positivo que hay en el mundo. Vamos a
llevar la cara bonita, el gesto amable, a tender la mano, a hablar en positivo. ¿Os animáis? Os lo proponemos como regla de vida.
H y MN
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