Hace tiempo teníamos en casa
una imagen de la Virgen que todos veíamos
como un poco milagrosa, porque cuando algo no iba bien la rezábamos y parecía
que las cosas se iban arreglando. Somos de vez en cuando un poco milagreros.
Pero un día se cayó al suelo y
se hizo mil trozos. La dejamos a un lado pensando en buscar una bolsa pare
llevarla a la basura. Y así quedó unos días.
Al día siguiente comenzamos a
juntar esas piezas como si fuera un rompecabezas y quedó muy bonita, aunque
evidentemente se notaban los lugares por donde había sido pegada.
De pronto al mirarla es como si
esa imagen quisiera decirnos algo.
Esa imagen era un símbolo en la
familia y al romperse nos quería decir que hay que trascender la imagen para
llegar al interior. El símbolo en sí no nos debe dejar enganchados. Lo
importante es saber que cuando lo necesitamos acudimos a lo sagrado, o sea nos
recuerda nuestra fe. Es algo mucho más profundo que una imagen de escayola.
Por eso pensamos que hemos de
mirar los símbolos pero adentrándonos en lo que quieren decir, sin quedarnos en
lo superficial.
Un abrazo
Huellas
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