Mirad, Hermanas, que va
mucho en esto, una vez muerta yo. Que para esto os lo dejo escrito: que,
mientras yo viva, os lo recordaré, ya que, por experiencia, veo la gran
ganancia que, a mi parecer, me da más pena cuando mucho sobra que cuando nos
falta. No sé si lo hace, como ya tengo visto, porque nos lo da luego el Señor.
Otra cosa sería engañar al mundo: hacernos pobres no lo siendo de verdad y de
espíritu, sino en lo exterior. Se me haría cargo de conciencia, a manera de
decir, y me parecería que era pedir limosna las que somos ricas. Y plega a Dios
que no se así: que adonde hay estos cuidados excesivos de que nos den, una vez
u otra se irán por la costumbre y podría ir y pedir lo que no necesitan y por
ventura lo pedirán a quien tiene más necesidad. Y, aunque ellos no pueden
perder nada sino ganar, nosotras perderíamos. No plegue a Dios, mis hijas.
Cuando esto hubiere de ser, más quisiera que tuvierais renta. Camino de Perfección, Capítulo 2, Número 3. Santa Teresa de Jesús.
José Luis y Sofía
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