Estos días de atrás hemos visto
como Tomás dudaba de la Resurrección de Jesús porque no lo había visto con sus
propios ojos. Y Jesús dice: “Dichosos los
que creen sin ver”.
Nosotros decimos creer aunque
después, en nuestra vida, se nos nota poco.
Porque no hemos visto a Jesús con nuestros ojos, así que no sabemos si
somos auténticos creyentes. ¿Cómo hizo Tomás para creer?
Cuando Jesús le dice: "No seas incrédulo, sino creyente",
él renuncia a verificar nada. Lo que nota es que allí a su lado está Jesús
que lo ama.
No hemos de asustarnos si en
nosotros brotan dudas, porque lo que nos
están diciendo estas dudas es que nuestra fe no es superficial, que no nos
limitamos a repetir lo que otros dicen sino que nos hacemos preguntas.
La mejor manera de crecer en la
fe es sentirnos queridos por otros, porque en ellos está Jesús. Y esto hay que
trabajarlo. Por eso la fe y la caridad están tan unidas. Pero claro para ello
necesitamos esperanza.
Os deseamos a todos y a
nosotros mismos que nunca nos falte la esperanza, el amor y por consiguiente la
fe.
Un abrazo
Huellas
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