Domingo de
Resurrección
Evangelio de Juan
20, 1-9
El primer día de la semana, María
Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa
quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaba Simón
Pedro y el otro discípulo, a quien quería Jesús, y les dijo:
— Se han llevado del sepulcro al Señor
y no sabemos dónde lo han puesto.
Salieron Pedro y el otro discípulo,
camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más
que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las
vendas en el suelo; pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él
y entró en el sepulcro: Vio las vendas en el suelo y el sudario con que le
habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un
sitio aparte.
Entonces entró también el otro
discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, vio y creyó.
Pues hasta entonces no habían
entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.
Es un pasaje emocionante. Aún
recordamos el amargor de la Pasión. Y llena triunfante, brotando como la
primavera, la resurrección. No se trata tanto de explicar ni de razonar qué es
la resurrección como de sentirla y vivirla. Diríamos que a la resurrección se llega mejor a través del
corazón. Quizás aquí viene bien recordar aquellas palabras de Pascal: “El
corazón tiene razones que la razón no conoce”; o las conocidas de El
Principito, de Antoine de Saint-Exupéry: “Lo esencial es invisible a los
ojos; solo se ve bien con el corazón”. Porque por mucha razón que queramos
poner si no hay fe, si no confías en Dios, si no crees que hay Vida, difícilmente
sentirás la resurrección como la sintieron los discípulos de Jesús y se nos
narra en este evangelio.
Quien no sea capaz de apreciar la belleza de las flores del árbol que acompaña, difícilmente será capaz de sentir en su corazón la resurrección. ¡Qué esplendor!
Jesús ha resucitado. Esta es
nuestra alegría, nuestra esperanza, nuestra fe. ¡¡Feliz Pascua!!
Señor, aquí estoy,
Ya sabes cómo,
No necesito explicártelo
¡Qué te voy a decir a Ti que
lo sabes todo!
Hoy me basta con expresar un sentimiento:
Alegría.
Resurrección.
Es todo.
Estoy contento.
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