EDITORIAL
CARTA FRANCESA 12 DEL 59
Lo
que vais a leer es el comienzo de una conferencia hecha el 14 de Noviembre
último, en el curso de un gran encuentro anual de responsables de Equipo. Me
parece bien dirigir a todos los equipiers esta puesta en guardia.
Cuando
un automovilista ve en la carretera un cartel que señala la proximidad de un
cruce con el aviso de "peligro", afloja la marcha y aumenta su
atención. Yo me pregunto si no debería reproducir un cartel así en la primera
página de un folleto destinado a dar a conocer los ENS a quienes se sienten
atraídos por ellos.
Pues
entrar en los ENS es peligroso.
Cuando
aun no teníamos la Carta ,
los Equipos estaban amenazados por el peligro que acecha a todo Movimiento cuya
mística no está apuntalada por obligaciones: los espíritus se calientan al
soplo de esta mística, pero la vida continua corrupta. Gracias a la Carta , hoy los Equipos están
seriamente apoyados por las obligaciones. Pero atención a este nuevo peligro:
vaciar las obligaciones de su espíritu. En efecto, es de temer que la práctica
de las obligaciones no sea un fin, un ideal, un techo, y que aparezca a los
miembros de los Equipos que la perfección cristiana consiste en respetar las
obligaciones de la Carta.. ..
Últimamente
he recibido una carta que prueba que este peligro no es ilusorio. Viene de un
hogar de gran clase humana y espiritual. He aquí lo que escriben: "Hemos
dejado nuestro equipo después de haber formado parte de él durante varios años.
Nos ahogamos en él: tenemos la impresión de un mundo encerrado en pequeños
problemas, un mundo que no quiere ver las exigencias reales del ideal
evangélico. La observancia de la
Carta era, en algunas ocasiones, como la pantalla hipócrita
que permite estaré satisfecho de sí... y cerrar los ojos y los oídos a todas
las cuestiones que plantea la sociedad actual.
En
este mismo sentido, más de una vez me han llegado críticas de algún equipo: se
le reprocha de ser cerrado, de constituir "el clan de los justos", la
"secta de los puros".
Se
de sobra que la mayoría de los equipos no merecen estos reproches. Lo cual no
impide que no pueda hacerme la angustiante pregunta: ¿nuestros equipos quieren
formar cristianos o producir fariseos?
Impresionado
por este peligro, os confieso que a veces cuestiono nuestra concepción del
Movimiento. Me pregunto entonces si no hubiera sido mejor dejar a nuestros 6000
hogares sin "Movimiento". Puede que conocieran más desfallecimientos,
pero sin duda serian más humildes. Otras veces me digo que deberíamos contentarnos
con una mística exigente -sin obligaciones prácticas- a la que es posible
aproximarse pero que no se puede realizar perfectamente. La ventaja seria la de
mantener una bienhechora inquietud, una saludable tensión. O incluso pienso que
los matrimonios debían estar solo unos años en los Equipos. Se despertaría en
ellos el deseo de una vida más cristiana, se les ofrecerían las grandes
orientaciones para santificarse en el matrimonio y en la vida laical, y luego
se disolvería el equipo. ¿Permanecer toda su vida en el noviciado?
Pero
verdaderamente, no creo que la solución sea buscar en las innovaciones: el
antídoto al peligro se encuentra en la misma Carta. Está en la primera parte,
titulada: ¿Por qué los Equipos de Nuestra Señora? Primera parte, que es la
menos original, pero la más importante.
La
menos original. Felizmente, diría yo, pues seria peligroso tender a la
originalidad en este dominio. Toda la ambición de esta parte es la de presentar
brevemente la vida cristiana, tal y como se impone a todos los cristianos
casados. Cualquier movimiento de hogares podría adherirse sin problemas a este
condensado de la espiritualidad del cristiano casado.
Y
por consiguiente, esta primera parte es con mucho la más importante. Gracias a
ella las obligaciones que la siguen están orientadas; se evita así tomarlas por
un fin. Se quedan en lo que son, medios. El fin es la vida cristiana en su
plenitud, tal y como la define la primera página de la Carta : "Sed perfectos
como vuestro Padre Celestial es perfecto".
Henri
Caffarel
Hay que trabajar esta posibilidad ya que los puntos de esfuerzo -antes llamadas obligaciones- son medios que nos ayudan a vivir como cristianos, y por tanto nunca pueden apartarnos de la humildad de saber que aunque cumplamos esos medios somos pecadores, metemos la pato y no somos los puros ni los destacados. Reconocer que intentamos dejar un gesto de sonrisa allí por donde vamos es lo más importante. Las normas, vale, pero nos normas que encauzan pero que no tienen valor si no van acompañadas de corazón. Setarcos
ResponderEliminarDesde el año 59 han transcurrido muchos años... pero parece, gracias a la intuición de nuestro fundador el P. Caffarel, que está escrita precisamente para los tiempos actuales y nos parece reconocer en ella la problemática actual de muchos de nuestros equipos.
ResponderEliminarEs una llamada de atención muy seria. Ya lo hemos visto en la Iglesia en general, como a veces parece más importante la norma que la actitud. La norma es una ayuda, una orientación, pero la actitud es buscar la perfección a través del amor y eso es lo importante. No nos perdamos en trivialidades.
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