Pasan los
años y la vida del matrimonio, si se vive desde el amor, se robustece. Porque
el amor no cambia, siempre busca reinventarse y renovarse, ya que no nos sirven
las palabras de ayer, pero sigue siendo
el mismo. Ayer esas palabras
fueron bonitas, pero hay toda una vida que ha ido pasando y en el hoy se
necesitan palabras nuevas.
Y así cada
día surgen gestos nuevos, formas de amarnos distintas, pero siempre sobre ese
amor primero que no cambia, porque es el amor de Dios amando a través nuestro.
Esas actitudes nuevas expresan lo que arde por dentro, ya que las palabras
nunca cubren suficientemente nuestro sentimiento.
Cada uno
de nosotros somos para el otro un sacramento, el lugar de encuentro con el amor
insondable de Dios, como las cerillas que se queman juntas para ser luz.
Os
queremos
Huellas
¡qué bonita reflexión! más bellas si la hacemos realidad, mejor aún si somos conscientes de que es realidad.
ResponderEliminar