La participación en este primer
encuentro del nuevo proceso de formación permanente de los ENS en nuestra
región, nos despertó, en primer lugar,
la inquietud que suscita el emprender una tarea prometedora, tanto para el
propio movimiento como para los matrimonios integrantes del mismo.
Ya en el umbral de la casa de
ejercicios, a la vera de la Virgen del Camino, sentimos la acogida permanente
haciendo visible la hospitalidad,
que como se nos diría poco después, en la primera de las charlas, “la vocación del matrimonio”, en el
hogar cristiano hay un ministerio de hospitalidad y que el propio hecho de
abrir la puerta de nuestros hogares supone la apertura de nuestros corazones.
Hospitalidad que es acogida, apertura y entrega, como respuesta al don recibido
de Dios a través de la vocación a la santidad, y que en nosotros se materializa
en el sacramento del matrimonio.
Mª Nieves y Hermino, nuestros
responsables regionales, en la presentación nos proponían unos objetivos
inmediatos: entrega, acercamiento, aportación y profundización, que se hicieron
gratificante vivencia a través de las diferentes y admirables charlas y las
enriquecedoras reuniones de equipo.
Queremos agradecer también el
guión- propuesta para hacer “la sentada” en todo su sentido, bajo la mirada del
Señor y mirándole a Él, para contribuir a la “comunión conyugal y en
equipo”, tema de la segunda charla, dedicada a la profundización en la vida
del equipo. Se nos invitaba en ella a invocar al Espíritu Santo para discernir
sobre nuestra vida y atrevernos a cambiar, porque “los años no han de hacernos perder la capacidad de cambio”. Toda la exposición nos ha hecho recobrar el
verdadero sentido y finalidad de los puntos de esfuerzo, recordando que la metodología
y pedagogía del Movimiento significan mucho mas que un relato de cumplimiento
de obligaciones. Son una oportunidad de realizar nuestra vocación en pareja a
través de la participación en el equipo, para lograr que sea fecunda tanto en
el Movimiento como fuera de él, y que se verá materializado en la “misión del matrimonio”, bajo cuyo
título se desarrolló la tercera charla.
En este tercer módulo de la
formación, se nos invita a reforzar la necesidad de atrevernos a vivir el
Evangelio en la familia, para dar respuesta a esa llamada a la santidad que
hemos recibido a través del don de la vocación, y también para sentir que todos
nosotros podemos afrontar tareas de la misión en el servicio al movimiento.
La última charla: “Los ENS, escuela de espiritualidad
conyugal”, nos hizo ver los equipos
como rostro de la Iglesia, en tanto que es el Espíritu Santo quien posibilita
la unión de fe y vida y convierte el don de la vocación al matrimonio en tarea
de servicio a los demás. Así lo expresaba el P. Caffarel: “mas amor en los hogares, mas caridad en los equipos y mas dinamismo
misionero”.
Finalmente la Eucaristía condensó
las vivencias de unas jornadas que recordaremos con gratitud y que nos
compromete a volver a las fuentes con ánimo renovado.
Gracias.
Mar y Melchor (Astorga
4).
Venimos de compartir
una experiencia de toda la región noroeste para disfrutar de un nuevo modelo de
formación. Al final de curso pasado fuimos invitados como equipo, por los
responsables de sector para unas jornadas que acabamos de vivir este fin de
semana del 8 y 9 en La Virgen del Camino. Ciertamente dijimos que sí, pero la
verdad es que no sabíamos a qué íbamos. Nos gustó mucho que comenzáramos con
una sentada de cada matrimonio y con una intensa oración para ponernos en manos
de Dios, y abrirnos a la acción del Espíritu Santo. Tuvimos tiempo de recibir
experiencias de otros matrimonios, de realizar sesiones grupales inter-equipos
mixtos, tras los cuales teníamos puestas
en común y debates.
Hemos visto cómo
estamos llamados a esta vocación que es
el matrimonio, que es una llamada, a amarnos en la cotidianeidad, de la mañana a la noche, cada
día, desarrollando en el matrimonio la capacidad de pedir perdón al otro.
Creemos que el testimonio de fidelidad a lo largo de los años de matrimonio es
un modo ser testigo. Esto es ciertamente una misión que hay que conquistar cada
día. Es cierto que en nuestro sector existe la preocupación porque los hijos de
equipistas no están en equipos, y que surge la inquietud de si se ha hecho algo
mal. Nosotros creemos que no se trata de “captar” como equipistas a nuestros
hijos, no. Es difícil educarlos y a veces bastante es con que no sufran por la
sociedad en la que viven. Nosotros creemos que el equipo debe ser itinerario de
conversión, no una exigencia de hacer cosas para que nos vean que hacemos.
Creemos que los equipos no deben caer en el accionismo, en la acción social
solamente; no creemos que se trate de “hacer cosas” de “dedicar tiempo a”, sino de convertirnos. Como decían Ramón y Rosa,
cuando tenemos nuestro cántaro lleno, es cuando surge la necesidad de
compartirlo.
También nos hemos dados
cuenta que no conocemos suficientemente el Movimiento que quizá estamos en
nuestro equipo-estufa, calentitos al calor de los hermanos de equipo, y que no
tenemos perspectiva de globalidad y de universalidad. Esta convivencia trató de
profundizar y de abrir nuestras mentes y corazones para vivir un aspecto
fundamental: qué podemos aportar en el Movimiento y al movimiento, es decir,
crecer hacia los demás, a la vez crecer hacia nosotros mismos. No obstante, los
miembros de los ENS deben realizar un ejercicio de reflexión, porque la vida no
es igual en todas partes, y la situación social y cultural tampoco. Hoy hay que
abrir la mente y el corazón y aceptar con normalidad, no desde el “nosotros
somos los buenos” y te “acompaño” sino desde ver en todas las personas y su
situación personal, jurídica, social, etc.,
a Dios mismo que ama a ese lo
mismo que a mí, y precisamente por ese motivo somos hermanos. La Iglesia en general debe realizar un
ejercicio de responsabilidad, la curia y la jerarquía deben responder
adecuadamente a las nuevas situaciones de pareja: separados y divorciados y
vueltos a casar y parejas del mismo sexo.
Y por último nos ha
ayudado a rearmarnos en nuestro amor de esposos, a seguir siéndonos fieles, a
ser agradecidos, a ser acogedores, a desear ser santos y a estar prontos para
dar razón de nuestra esperanza a todo el que nos la pidiere; y en definitiva, se ha tratado de
contagiarnos entusiasmo, de no tener miedo a ser santos, de dar vida al equipo,
como la función respiratoria, que insiramos aire (cogemos ánimo) y espiramos
aire (compartimos con los demás). Paz y bien.
Seco y Mariví. León-12
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