Entrevista a JOAN GARRIGA BACARDÍ, psicoterapeuta
gestáltico, especializado en relaciones de pareja, en
“La Contra”, de La Vanguardia.
“Tengo
55 años. Nací en Bellpuig (Lleida) y vivo en Barcelona. Soy psicólogo. Tengo
dos hijos, Aram (33) y Tomás (17) de dos matrimonios. . . que acabaron en
divorcio. ¿Política? ¡Espiritualidad al poder! ¿Creencias? "Dios es más
que yo mismo", como decía san Agustín”.
¿Necesitamos
pareja?
Anhelamos
un vínculo que nos reporte pertenencia, intimidad, sexualidad y crecimiento.
¿Y la pareja nos lo da?
Sí,
pero hoy queremos que la pareja sirva al yo…, y eso lo complica todo.
¿Puedo ser feliz sin pareja?
Sí:
conozco a un monje feliz, sin sexo, pero con pertenencia, intimidad y
crecimiento.
¿Y usted?
Me
casé, me divorcié. Volví a casarme, aposté fuerte…, y volví a divorciarme.
Luego tuve una pareja muy amorosa con la que no convivía… ¡y fue mi mejor
relación!
¿Y qué sucedió?
Que
a los siete años, ella quiso un hijo conmigo…, y yo no: motivo de ruptura
segura.
¿Y hoy, qué tal anda?
Tengo
amor, aunque sin vivir en pareja.
¿Mejor solo que mal acompañado?
Sí…,
¡pero casi todo el mundo prefiere mal acompañado! Solemos preferir algún
vínculo…, ¡aunque sea de mal amor!
¿Qué hacer para tener buen amor?
Hay
cuatro etapas. Primera, enamoramiento: “Me mueves mucho…, pero te veo poco”.
Segunda, relación: “Ya te veo mejor, ¡y aun así te elijo para caminar juntos!”.
Tercera. Compromiso: “Estamos creando algo más importante que nuestras familias
de origen y parejas anteriores”.
¿Y cuarta?
Entrega:
“¡Te quiero a ti y a lo que a ti te dirige!”. Este es ya un amor muy
desarrollado…
¿Por qué?
Es
el deseo espontáneo de que el otro sea feliz. ¡Eres feliz en la plenitud del
otro!
Palabras mayores, ¿no?
¡Sí!
Entre tanto, importa que sepamos esto: nadie, ¡nadie!, puede hacerte feliz. Y
que nadie, ¡nadie!, puede hacerte infeliz.
¿Entonces…?
Tu
felicidad sólo depende de tu conexión íntima con tu ser interior.
¿Y de qué depende esa conexión?
De
estar en paz con tus figuras paternas y familiares para no cargar con nudos…
que luego pretenderás ventilar en la pareja.
¿Eso pasa?
Una
pareja no son dos personas: son dos sistemas familiares que se encuentran.
¿Qué coste y beneficio tiene la pareja?
“¿Es
mejor casarse o permanecer soltero?”, le preguntaron a Sócrates, que respondió:
“Cásate. Si te va bien, serás un poco feliz. Y si te va mal…, ¡serás
filósofo!”.
Deme algún ejemplo de mal amor.
“Sin
ti no podría vivir”, le decimos a nuestra pareja, como si fuésemos niños. ¡Mal
amor! Buen amor: “Sin ti también me iría bien…
Ah.
…
pero como adulto, elijo estar contigo”. “Te quiero por ti mismo”, decimos, ¡y
no es bueno!: el buen amor consiste en “te quiero… a pesar de ti mismo”, es
decir, el buen amor acepta la sombras del otro, acoge y lima las asperezas de
los egos que se encuentran.
Siga, siga…
“Quiero
pareja”: ¡mal amor! Abandona la demanda… ¡actúa!: “Mejor me preparo para ser
pareja”. Encuentra tu modo de ser buen compañero…, y lo demás ya vendrá solo.
¿Algo muy intenso y emocional?
¡No!
Esas turbulencias empobrecen y desvitalizan, responden a heridas infantiles y
viejos anhelos no colmados. ¡Lo enriquecedor es que la relación fluya con facilidad!
Toda pareja es una relación de poder.
¡No!
Es cooperar, es que uno y uno sean más que dos. Mal amor: “Te lo doy todo”.
¿Por qué?
Dar
mucho puede originar en el otro un sentimiento de deuda, y empequeñecerlo. Ya
no hay igualdad. ¡Da lo que el otro pueda devolver sin que tenga que perder la
dignidad!
¿Y si una parte pide: “Dame más”?
Puede
que esté anclada en un guión de insatisfacción que se nutre de demanda: le des
lo que le des, ¡será siempre insuficiente!
Otro ejemplo de mal amor.
Poner
a tus padres o a tus hijos por delante de tu pareja. El buen amor es: “¡Primero
nosotros!, antes que nuestras familias de origen y que nuestros hijos en
común”.
Otro ejemplo de buen amor.
-
Reír y llorar juntos ante cualquier adversidad: muertes, abortos, ruinas…
Qué difícil que la pareja dure, ¿no?
Pues
que dure lo que dure: entrar en el amor de pareja significa también hacerse
candidato al dolor de su eventual final.
¿Cuánto dura de promedio una pareja?
Podemos
esperar entre tres y cuatro parejas a lo largo de nuestra vida…, ¡con el
consiguiente estrés emocional! Cada final nos enseña el dolor y el desapego…,
para luego volver de nuevo al carril del amor y de la vida.
Regale un último consejo para fomentar el buen amor en una pareja.
No
deis por hecho que conocéis a vuestra pareja. Miradla cada día de nuevo como si
fuera nueva, y veréis lo que no veíais. Nos relacionamos con la imagen que nos
hemos hecho del otro, pero… ¿es el otro así hoy?
Conclusión amorosa.
Lo
dicho: solemos reclamar al otro: “Hazme feliz”, pero el buen amor consiste en
sentir el deseo espontáneo de que el otro sea feliz
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