jueves, 29 de abril de 2010

DIOS HABLA EN EL SILENCIO DEL CORAZON



Puede ser que tú juzgues que es cosa difícil el orar porque no sabes como hacerlo. Cada uno de nosotros debe ayudarse a orar: en primer lugar, recurriendo al silencio, puesto que no podemos ponernos en presencia de Dios si no practicamos el silencio, tanto interior como exterior. Hacer silencio dentro de nosotros mismos no es cosa fácil, pero es un esfuerzo indispensable. Tan sólo en el silencio encontraremos una nueva fuerza y la verdadera unidad. La fuerza de Dios llegará a ser la nuestra para poder cumplir cualquier cosa tal como se debe; será lo mismo para llegar a que nuestros pensamientos estén unidos a los suyos, para la unión de nuestras oraciones con sus oraciones, para la unidad de nuestros actos con sus actos, de nuestra vida con su vida. La unidad es el fruto de la oración, de la humildad, del amor.
Dios habla en el silencio del corazón; si te pones frente a Dios en el silencio y la oración, Dios te hablará. Y sabrás entonces que tú no eres nada. Dios no puede llenarte de él mismo hasta que tú no conozcas tu nada, tu vaciedad. Las almas de los grandes orantes son almas de gran silencio.
Beata Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad.





¡Qué mejor belleza que unas flores como estas surgidas en la primavera!
¿Puedes ver ahí a Dios?
¿Puedes sentir que en su nacimiento Alguien intervino?

¿Tienes dudas que sin ese Alguien no habría orden?

¿Ni habría primavera, ni nacimientos, ni flores...ni vida?

¿Es que estamos ciegos?

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