Interior Catedral de Seúl |
En el evangelio de este
domingo, Lc 13, 22-30, le preguntan a Jesús:
Señor, ¿serán pocos los que se salven? La respuesta de Jesús es esforzaos por entrar por la puerta estrecha…hay
últimos que serán primeros y primeros que serán últimos.
Seguir a Jesús no puede ser
una pesadilla, ni tiene que ser un camino de obstáculos, ni ha de ser un anotar
todo aquello que hacemos bien o mal y veremos cuál es la balanza final. No
puede ser eso.
Seguir a Jesús es alegría, es
dicha, es esperanza, es compasión, es misericordia, es perdón, es amor. Dios no
es un juez que anota en su ordenador cada cosa que hacemos. Dios es amor. Y por
su esencia nos acoge, nos protege, nos anima, nos quiere.
Entrar por la puerta estrecha
es entregarse a Dios. Y eso solo es posible desde la fe, desde la confianza en Él.
No pretendamos ser héroes por nuestros méritos, abandonémonos a Jesús. No
queramos hacerlo solo nosotros, Él quiere estar a nuestro lado. ¿Cómo es llevar
a Jesús a nuestro lado? Hacer como Él hizo: acoger a todos, ayudar a todos,
amar a todos. Sin exclusiones, sin exigencias, sin juzgar. Si lo hacemos así,
estamos entrando por la puerta estrecha de la felicidad, estamos ya viviendo en
el cielo.
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