Fisioterapeuta de formación y con estudios de psicopedagogía, Sergi Torres(Barcelona, 1975)
vive volcado con entusiasmo en los últimos años en su faceta de conferenciante
y divulgador de una nueva conciencia. Con sólo tres años de edad ya evidenciaba
inquietudes existenciales y se hallaba estrechamente unido al sentido profundo
de la vida, pero no fue hasta cumplir los 21 que esa semilla eclosionó con gran
fuerza para cambiar radicalmente el orden de prioridades y volver a poner lo
realmente importante en el lugar que corresponde. Lejos de la solemnidad y el
arduo sacrificio que a menudo requieren ciertos caminos de crecimiento personal
y búsqueda espiritual, el mensaje de Sergi es tan claro, simple y rotundo que
roza lo desconcertante: la vida es felicidad, y si aún no somos felices es
porque realmente no queremos serlo.
Con muchos nexos de unión en el fondo con diversas tradiciones y maestros,
pero de un modo sencillo, fresco y cercano como pocos, sus propuestas van sobre
todo dirigidas al corazón de todas aquellas personas que, dispuestas a tomar
las riendas de su propia felicidad, están abiertas a desprenderse del miedo que
nos produce la profunda transformación de nuestra mentalidad. En esta línea,
Sergi Torres ha publicado también el libro “Un Puente a la Realidad” y ha sido
la fuente de inspiración de la película “Yo, libre. Un viaje al instante presente”,
estrenada a finales del 2012 y que puede verse gratuitamente a través de
Internet.
¿Quién es Sergi Torres?
Sergi Torres es mi espacio de aprendizaje. Alguien que en algún momento de
su vida se da cuenta de que la forma en que había vivido hasta ese momento era
sólo una opción y no lo que se suponía que era… A partir de ahí, se abre todo
un espacio de redescubrimiento constante de quién es Sergi Torres. Por tanto,
ante esta realidad de cambio constante, siento que no tiene mucho sentido
definir quién soy…
Empezaste muy pequeño con las inquietudes existenciales…
Es como si hubiera habido dos partes en mi vida. Por un lado, estaba el
Sergi que iba al colegio y se relacionaba con sus padres y amigos, y por otro,
el Ser que daba lugar a eso… Tengo recuerdos de una conexión con lo esencial y
también, sintiéndome parte de este mundo, recuerdo que me hacía preguntas del
estilo: “¿Quién he sido antes de ser Sergi?”. De muy pequeño tenía la sensación
de que podía parar el tiempo y sentía que estaba llamado a transmitir ese
conocimiento… La conciencia de ese Ser empezó a difuminarse en el momento que
empecé a preocuparme por aprobar exámenes o a centrar mis esfuerzos en aprender
memorizando cosas. Siento que mi conciencia se pasó de frenada al entrar en
contacto con la faceta más racional de la persona.
¿Qué te ocurrió a la edad de 21 años?
Yo lo describo como una especie de volcán. Estando ya en la universidad,
llegó un momento en que todo aquello que había ido quedando sepultado por mi
personalidad y por mi forma racional de entender la vida, de repente surgió de
forma abrupta a la superficie. Fue así como empecé a recordar aquello que me
era tan familiar y conocido cuando era pequeño, en un contexto en el que todo
eso era opuesto o muy extraño. De esta manera, mi contexto cotidiano se vino
abajo; perdí a todos mis amigos, mi familia no entendía qué me pasaba… y yo
creía que me estaba volviendo loco.
¿Hubo algún suceso en concreto que desencadenara ese proceso?
Hay un suceso que no suelo contar para no generar confusión. Es decir, no
fue únicamente el suceso el factor desencadenante, pero en parte sí. Me hallaba
en un momento en el que cada vez estaba más interesado en cosas distintas a lo
que me habían enseñado cuando fui a un taller de una de las médiums más reconocidas
del mundo, Marilyn Rossner. Allí tuve una gran experiencia y algo se abrió de
forma descontrolada… Se disparó mi estado de percepción y los recuerdos
de aquel contacto con lo esencial empezaron a sucederse como mares de lava. En
el fondo, siento que era el momento de que aquello ocurriese y ocurrió de esa
manera. La forma no es tan importante…
Vivimos en un mundo lleno de impulsos y con infinidad de propuestas para
todos los gustos, pero parece que no acabamos de encontrar el sentido… ¿Tan
difícil es encontrar la verdadera paz?
Según mi propia experiencia, superficialmente llegué a descubrir que había
un patrón o una inercia, pero no me conformé con ello, pues limitarme a la
conciencia de ese patrón aún me hacía sentir que yo no podía hacer nada… Fue
así como seguí investigando y me di cuenta de que lo que alimentaba esa inercia
era el miedo a algo distinto. Las experiencias profundas que volvía a
experimentar daban un vuelco a esos patrones y al mismo tiempo venían
acompañadas de una gran sensación de inestabilidad, ignorancia y miedo. Fue así
como me di cuenta de que no era difícil, sino que yo mismo era el que lo hacía
difícil por miedo a que ocurriera. En el fondo, somos nosotros mismos los que
estamos detrás dificultando nuestra propia liberación. En realidad, el
encuentro con la paz es muy simple; sólo se trata de una visión sostenida con
una voluntad férrea. Esa voluntad a menudo no existe justo por el miedo a que
ocurra esa paz que transforme completamente mi mundo.
Queremos ser libres, pero al mismo tiempo nos boicoteamos la libertad. Una
gran paradoja…
Así es. Las paradojas no tienen movimiento en sí mismas; la solución de la
paradoja no genera una conclusión que genere un movimiento. Por eso los seres
humanos tampoco nos movemos. Puede parecer que evolucionamos, que la tecnología
es un gran avance… pero en el fondo es falso. Seguimos anclados en el mismo
punto de conciencia precisamente a causa de esa paradoja; el quiero y no puedo
porque en realidad no quiero.
En el fondo no somos verdaderamente responsables de nosotros mismos…
Esa responsabilidad, primera y última, es básica. Hay muy pocos seres
humanos hoy en día que estén abiertos a responsabilizarse completamente de su
historia personal. Aún hacemos demasiada bandera del victimismo…
¿Cómo definirías la conciencia?
Sé que la conciencia, desde la perspectiva humana, no es clarificable…
Cuando pasas a ser parte de la Conciencia Universal, las definiciones
desaparecen. Muchas veces, desde la perspectiva humana más corriente, se asocia
ser consciente a un cierto inmovilismo y pasotismo respecto al mundo, cuando en
realidad es justo al revés; la conciencia esencial es pura creatividad
constante. El enfoque mental-racional no sirve de mucho… No soy yo el que llega
a ser consciente de esta creatividad esencial, sino que es ella la que
despierta en mí.
¿Cómo vivir centrados, acorde a nuestra esencia, en una realidad alienante
y con una mente llena de niebla?
A menudo no tenemos los recursos necesarios, pero siempre nos queda la
voluntad. Todo lo que yo experimento parte de un origen, y ese origen es mi
esencia. Quizás yo no puedo ser consciente de mi esencia, pero sí de sus
efectos; lo que pienso y siento a cada momento. De esto sí que puedo ser
consciente y trabajar con ello. Así pues, si con voluntad, yo decido aceptar
cómo soy, cómo siento, cómo me veo y lo que pienso, entonces estoy aceptando la
esencia. Esta aceptación es lo que me permite viajar a través de los
pensamientos y las emociones hasta llegar a su origen. Mientras que, normalmente,
para querer llegar a esa conciencia esencial, acostumbramos a rechazar los
pensamientos y emociones que creemos que nos lo impiden, y así, es como nos
alejamos de nuestra esencia.
Para estar en paz, hay que hacer las paces con todo…
Así es, pero sobre todo tenemos que tener en cuenta que estar en paz no es
una técnica ni un método, es una decisión. Quizás no disponemos de muchos
recursos, pero sí que podemos entrenarnos y prepararnos para tomar con firmeza
esa decisión.
¿Qué relación tienen la felicidad y el sufrimiento con la vida?
La vida, en esencia, es felicidad. Cuando pierdo esta conciencia, olvido lo
que es. Este es el estado mental generalizado de los seres humanos. Así, nos
hemos inventado otra felicidad, pero que en el fondo nos hace sufrir, porque
cuando la alcanzo, sufro por retenerla o sufro por perderla. Esto hace que la
felicidad, tal y como la entendemos a menudo, sea tan voluble, imperando el
sufrimiento. No se trata de que seamos felices, sino que somos felicidad… Hemos
llevado la felicidad a un ámbito emocional, un espacio muy inestable y volátil,
especialmente hoy en día. Por tanto, cualquier cosa que logre alcanzar desde el
ámbito emocional, ya sea paz, ya sea amor emocional, en algún momento me va a
llevar inequívocamente a sufrir. Siempre sufrimos hasta que utilizamos el
sufrimiento para darnos cuenta de que, en esencia, es felicidad. Ahí vuelve a
aparecer otra vez la gran paradoja…
La vida como felicidad… ¿Cómo explicárselo a los que más sufren, por
ejemplo a consecuencia de la crisis?
Es imposible. En el 1213, sólo se podía hablar de que la tierra no era
plana con aquellos que estaban abiertos a plantearse otra visión. Así, hoy en
día, sólo puedes plantear la salida al sufrimiento, es decir, que el
sufrimiento, en esencia, sólo es felicidad mal comprendida, a aquellos que
están abiertos a tener una perspectiva distinta de su sufrimiento. Muy pocas
personas hoy en día están dispuestas a ello. El sufrimiento se suele ver a
menudo como algo nuestro, y así, inconscientemente, lo poseemos, nos aferramos
a él. Sería como un osito de peluche hecho de cristales y clavos, pero que nos
ha acompañado durante toda nuestra vida.
¿Buscando la felicidad la postergamos?
Buscar la felicidad significa necesariamente que no soy feliz. Por tanto,
cuanto más la busco, más confirmo que no lo soy. Tenemos miedo de darnos cuenta
de que lo que estamos sintiendo justo ahora es felicidad mal comprendida porque
esto nos hace experimentar una cierta forma de felicidad, y también hace que
nos demos cuenta de que hemos estado equivocados toda nuestra vida en nuestro
camino de búsqueda de la felicidad, en el que tanto hemos sufrido y tanto hemos
hecho sufrir a los demás. Esto nos lleva hacia la pura honestidad y depende, de
nuevo, de una decisión.
...mañana la segunda parte....
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