A veces te sientes incapaz. De tantas cosas. De sacar
adelante proyectos. De resolver un problema. De superar una prueba. A veces
paladeas el fracaso. En una relación, en un examen, en un trabajo… y eso te
hace dudar. Dudas de tu valía, de tu capacidad, de tu poder. Y te vas
sepultando bajo frases de rendición: «es que no puedo»; «si yo no valgo»; «con
el talento que tienen otros»; «nunca seré capaz…» ¡Te engañas! Puedes más de lo
que piensas. Todos tenemos dentro fuerza (en la debilidad más absoluta). Y
capacidades escritas en nuestra entraña. Tenemos talentos que han de dar mucho
fruto. Lo importante es no olvidar los motivos, no perder los sueños, no
abandonar las metas, y saber hacia dónde caminamos.
Cuando creas que ya no puedes acude a Él. Cuéntaselo. Dile lo
que te pasa, que no sabes si continuar, que te apetece dejarlo, que no quieres seguir.
Díselo desde la tranquilad. Y espera. Deja de hablar. Y escucha. Y así está
bien. No hagas más. Ya verás como empezarás a ver más claro, a sentirte con más
fuerzas, a tener más claro lo que quieres hacer.
No quieras hacerlo tu todo. Deja que Él te eche una mano. Puedes
más de lo que piensas.
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