Una cosa es lo que va por fuera. Van
por fuera gestos, muecas, acciones, palabras, silencios. Pero más importante es
lo que late en lo hondo. Es como una corriente subterránea que, sin verse,
alimentase la tierra que al fin dará fruto. Pues aunque no siempre la oigamos,
tenemos dentro una música eterna, inmortal, que es humana y es de Dios. Está
hecha de deseos, de una búsqueda y una pregunta. Está hecha de intuiciones. Y
de descubrimientos. Retumba, incluso si no la oímos. Y a veces nos damos
cuenta. Es nuestro motor, nuestra energía, es el Espíritu en nosotros.
Sí es el Espíritu que llevamos dentro, quien no nos deja
nunca. Ocurre que a veces llevamos tantos ruidos que no lo oímos. Otras veces
estamos tan rabiosos que no queremos oírlo. Pero esa música nos acompaña. Todos
somos capaces de escucharla. Hay que ponerse en actitud.
Escucha esa música de fondo. Suena preciosa. Sienta de
maravilla. Da paz. Otorga gran sensibilidad. Enamora. No seas tonto. Escucha.
Es el Espíritu, no lo tapes. Te hará mucho bien. Prueba hoy en tu oración.
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