Iglesia en O Cebreiro, ¿Santo Grial? |
FIESTA
DE LA TRINIDAD
Evangelio
de Juan 3, 16-18
En
aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
—
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que no perezca
ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.
Porque
Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
se salve por él.
El
que cree en él, no será condenado; el que no cree ya está condenado, porque no
ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.
En la fiesta de la
Trinidad el evangelio de San Juan nos remite a dos ideas fundamentales.
La
primera, es la unidad en la totalidad. Dios es como si se
extendiera en nosotros a través de su hijo Jesucristo. Se hizo hombre para que nosotros
pudiéramos captar cómo es nuestra relación con Dios. Dios nos ha elegido como
hijos suyos, razón por la cual, desde su concepción de padre, nunca podremos
estar separados de él. Somos nosotros, en nuestra arrogancia, quienes podemos
estar separados de Él porque así lo queremos. ¡Qué ignorancia! ¡Qué error tan
garrafal! ¡A quién se le ocurre apartarse de quien te amo plenamente! Solo al
hombre desde su soberbia o ignorancia.
La
segunda, el que no cree en Dios difícilmente puede ser feliz.
Solo el amor nos conduce a la felicidad. Si Dios es amor, todo lo que se aparte
del amor, es apartarse de Dios. Sin Dios ¿cómo vamos a ser felices? ¿Por qué hay
hombres y mujeres que se empeñan en apartarse de Dios? No lo sabemos. Pero lo que sí sabemos es que la
armonía con Dios nos llena, nos hace felices, nos hace seres amorosos.
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