Cuántas veces en la
vida quieres y necesitas cambiar en algunos aspectos tuyos y no accionas nada,
quedándote cavilando, analizando, evaluando, una y mil veces, sin hacer lo que
tienes que hacer. ¿Por qué?
En primera instancia
porque necesitas “tener la seguridad” de que todo va a salir bien o como lo
habías programado, y no quieres correr riesgos, vas en busca de la seguridad
sobre todo, y como seguro no hay nada, salvo la propia vida, y esto es
relativo, evitas hacer lo que quieres hacer. Y por supuesto, te informo que la
emoción que paraliza cualquier cambio es el MIEDO.
De todas las emociones
que amargan a las personas - y son muchas-, la gran familia que forman la
angustia, la timidez, la inquietud, el terror, la vulnerabilidad…., es la que
más me ha preocupado, y la experiencia me dice que no es una rareza mía. Hobbes
el gran filósofo inglés, escribió una frase terrible, que podríamos asumir
todos: “El día que yo nací, mi madre parió dos gemelos: yo y mi miedo”.
Sabemos que la mayor
parte de los miedos se aprenden. Y también pueden desaprenderse. El miedo es la
emoción provocada por la presencia de un peligro y nos sirve para ponernos a
salvo. Se convierte en un problema cuando lo sentimos aunque no haya peligro
real o cuando dura demasiado tiempo o es muy intenso. A veces nos atenaza un
miedo sin que haya una amenaza real. Es una ansiedad que no sabemos explicar,
que nos “encoge el estómago”, la angustia. Quién la sufre se siente asustado
continuamente, como si esperara un mal que no sabe precisar. Junto con la
depresión- con la que está estrechamente relacionada-, es el malestar que lleva
a más gente a las consultas médicas o psicológicas. Ambas son experiencias
demoledoras.
La metáfora del león
que tenía sed nos puede ayudar a valorar la importancia de la experiencia para
superar nuestros temores.
En una ocasión, un león
se aproximó hasta un lago de aguas espejadas y cristalinas para calmar su sed.
Al acercarse a las mismas vio su rostro reflejado en ellas y pensó:” ¡Vaya,
este lago debe ser de este león. Tengo que tener mucho cuidado con él!”
Atemorizado se retiró de las aguas, pero tenía tanta sed que regresó a las
mismas. Allí estaba otra vez “el león”. ¿Qué hacer? La sed lo devoraba y no
había otro lago cercano. Retrocedió, volvió a intentarlo y, al ver al “león”,
abrió las fauces amenazadoras pero, al comprobar que el otro “león” hacía lo
mismo, sintió terror. Salió corriendo, pero ¡era tanta la sed! Varias veces lo
intentó de nuevo y siempre huía espantado. Pero como la sed era cada vez más
intensa, tomó finalmente la decisión de beber el agua del lago sucediera lo que
sucediera. Así lo hizo. Y, al meter la cabeza en las aguas, ¡el león
desapareció!”
Reflexión:
Si el león no hubiera
tomado esta decisión seguiría con su miedo e, incluso, se hubiera acrecentado y
le hubiera creado un grave problema: hubiera muerto de sed. Lo que hizo que el
miedo desapareciera fue exponerse a aquello que temía y lo hizo porque beber
era importante para él. Cuando nos exponemos descubrimos a menudo “que no era
para tanto”.
Hay personas que pueden
decir que nunca han sentido o experimentado la envidia, celos o agresividad,
pero no hay nadie que pueda decir que no ha sentido miedo. La especie humana es
la más miedosa de la naturaleza, porque a los miedos reales añade los miedos
imaginarios, lo que produce muchas desdichas que podrían evitarse. Desactivar
estos miedos creados es primordial si queremos vivir una vida feliz y digna.
Porque la verdad, es
que cuando nos quedamos en la queja y el dolor, sin ponernos en funcionamiento
para intentar obtener un nuevo resultado
o estado, es como escudarse en los “no puedo”, cuando en realidad sí puedes, lo que sucede es que tienes miedo y por ese miedo más de una vez
injustificado, no accionas lo que necesitas, es como quedarte con los “noes” de
la vida, en vez de buscar los “sies” que te rodean.
Es importante que
entiendas que el miedo es una emoción como cualquier otra, sólo que le otorgas
una dimensión y un significado, en donde pasa a tener todo el poder sobre
cualquier cosa novedosa que quieras realizar hoy. En la medida que aceptes que
el miedo es parte del camino que tienes que recorrer para tu crecimiento y
mejora, es la posibilidad que te brindas a ti mismo de modificar y cambiar
aspectos que hasta hoy impidieron que fueras feliz.
Te propongo aceptar el
juego y el desafío de aprender, tengas la edad que tengas, peor no vas a estar
y corriendo y atravesando miedos es mejor que quedarse paralizada/o, y como
última idea, SI NO ES AHORA, CUÁNDO……
Montse Parejo
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