viernes, 30 de septiembre de 2016

ANTÍDOTOS CONTRA EL MIEDO (1)





El miedo es ese compañero de viaje que puede ser nuestro amigo y mejor aliado o el enemigo más cruel, capaz de mantenernos atrapados en una cárcel sin puertas e interponerse entre nosotros y la realización de los sueños, objetivos y metas que tenemos.


Cuando aparece en nuestra vida como amigo, el miedo es una respuesta que tiene un valor biológico necesario para la supervivencia, supone una activación que pone en marcha un conjunto de respuestas que podemos utilizar ante las situaciones que vivimos como amenazantes. Nos avisa del peligro y enciende las luces de nuestras capacidades y potencialidades para que podamos ponerlas en funcionamiento y movilizar nuestros recursos.
 Digamos que es el despertador de nuestras defensas, así como el dolor nos avisa de que en el cuerpo algo requiere atención, el miedo nos moviliza para estar alerta. Si nos rompemos un brazo y no sintiéramos dolor, no iríamos al médico para que nos pusiera una escayola, del mismo modo si no tuviéramos miedo, podríamos acercarnos al borde de un precipicio hasta el punto de arriesgar demasiado y caer.



Como enemigo, el miedo es el peor de cuantos podemos tener, se cuela por los rincones de nuestro ser, invade la intimidad dejándonos pasivos, nos vampiriza manteniéndonos atrapados, cogiendo cada vez más poder y tomando más dominio en nuestra vida. Cuanto más crece más nos limita, cuanto más poder le damos, más aniquilados nos mantiene.

¿CÓMO SABEMOS SI NUESTRO MIEDO ES AMIGO?

El desencadenante del miedo amigo es la percepción por nuestra parte de una amenaza real o imaginaria a nuestra seguridad, integridad, salud y bienestar tanto físico como psicológico. El miedo es aliado cuando existe una adecuación en cuanto a la intensidad entre lo que sucede en nuestra realidad y el miedo que tenemos. La intensidad puede ir desde un ligero malestar o cosquilleo en el estómago hasta el pánico en su grado más extremo, al que se une la sensación orgánica de que el mundo se va a acabar y todo quedará destruido.
 Si la valoración de las circunstancias que vivimos es ajustada, el miedo será directamente proporcional y se convierte en un recurso adaptativo que nos reporta la energía suficiente para enfrentarnos a esa realidad y  protegernos ante el peligro.

El miedo que se convierte en nuestro enemigo, tiene que ver con la valoración desproporcionada que hacemos de lo que nos sucede, otras veces con las anticipaciones negativas o catastrofistas respecto a eventos futuros. 


Nos asustamos porque llegamos a creer que todo ese repertorio de pensamientos destructivos se hará realidad, en ese momento le abrimos la puerta al fantasma del miedo que poco a poco generaelementos bloqueantes de iniciativas, sentimientos, ideas y decisiones que acaban inhibiendo nuestra riqueza vivencial y comenzamos a sufrir gratuitamente. Lo visualizamos como un fantasma que está detrás de nosotros dándonos cocotazos y envenenándonos permanentemente, miramos pero no lo vemos, solo cuando nos decidimos a mirarlo a la cara podemos quitarle su sábana de fantasma y mirarlo a los ojos, entonces, el miedo está perdido.

Un antídoto para vencer al miedo es conocerlo.

Algunas preguntas que te pueden ayudar a desenmascarar al fantasma de tu miedo:

¿Qué te dice tu miedo?, ¿De dónde viene y a dónde va?, ¿Para qué lo necesitas en tu vida?, son algunas de las preguntas que te pueden ayudar a identificarlo.

 Lo que deseas está al otro lado del miedo

María Guerrero escusa, psicoterapeuta


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