"¿Para qué ha resucitado
Jesús?", clamó Francisco, dirigiéndose a la multitud, y al imponente
escenario, tan bellamente decorado para la ocasión. "Esto no es una fiesta
para tantas flores, esto es bonito, pero es mucho más. Es el misterio de la
piedra descartada, que termina por ser el fundamento de nuestra existencia.
Jesús ha resucitado, y en esta cultura del descarte, donde lo que no sirve se
usa y se tira, esa piedra descartada es fuente de vida. Y nosotros también
somos esas pequeñas piedras en esa tierra de dolor, con la fe en Cristo
resucitado encontramos un sentido en medio de tantas calamidades".
"El sentido de mirar más
allá, donde no hay un muro, sino un horizonte, ahí está la vida, la alegría.
Mira hacia adelante. No te cierres. Tu pequeña piedra tiene su sentido en la
vida, porque eres parte de aquella gran piedra, que la malicia del pecado ha
descartado", reclamó el Papa.
Frente a tantas tragedias,
cada uno de nosotros, "piedrecitas que creen que se unen a aquella piedra,
no serán descartadas, tienen un sentido. Con este sentimiento, la Iglesia
repite desde dentro del corazón, Cristo ha resucitado".
"Pensemos cada uno de
nosotros: hay problemas cotidianos, en las enfermedades que hemos vivido, que
nuestros parientes han vivido, pensemos en las guerras, en las tragedias
humanas. Y sencillamente, con voz humilde, sin flores, solos, delante de Dios,
delante de nosotros mismos, no sé cómo funciona esto, pero estoy seguro de que
Cristo ha resucitado, y yo apuesto sobre este mensaje", culminó el Papa,
pidiendo a todos "volver a casa, diciendo, en vuestro corazón, que Cristo
ha resucitado".
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