Ayer dando un paseo por un
suelo pedregoso pisé mal y zas, al suelo. Al volver, dolorida, veníamos
comentando que estas cosas nos pasan a veces por la edad. Decíamos que los
jóvenes son más ágiles y flexibles y normalmente lograban no caerse y ponerse
enseguida de pié.
Después, pensándolo mejor, nos dimos cuenta que esto se puede
aplicar a la vida. Al hacernos mayores nos hacemos más rígidos, menos flexibles
y nos vamos con más facilidad al suelo.
Por eso es bueno hacer
ejercicios mentales para no endurecernos y ser capaces de levantarnos cuando la
vida nos tenga preparada alguna caída. Un buen ejercicio es la oración, así que
hagámosla y no tengamos excesivas vacaciones de orar.
Un abrazo y una sonrisa,
queridos amigos.
Huellas
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