Tenemos
que habituarnos a vivir con la probabilidad y no con la certeza
Giorgio Nardone
El
miedo a decidir es una las pandemias que sufre la sociedad actual, tal y como
defiende este psicólogo italiano
Cada día tomamos decisiones. A
cada momento. A veces somos más conscientes de ello, otras ni nos damos cuenta;
unas son más banales, otras más trascendentales. Pero siempre estamos tomando
decisiones. Y es que la vida nos obliga continuamente a elegir. Pero no por
habitual, esta práctica sea más placentera. Todo lo contrario. Hay personas que
tienen miedo a decidir, que sienten pánico ante la idea de tener que escoger. Y
eso las puede llegar a incapacitar en su día a día, porque como asegura el
psicólogo Giorgio Nardone en su último libro, El miedo a decidir, un día u otro nos tocará decidir.
Delegar la responsabilidad de
elegir en otros, explica Nardone, es una de las tácticas que utilizan estas
personas ante el pánico que experimentan frente a una elección. “Pero sólo eres libre cuando eres responsable
de tus decisiones”, explica el psicólogo italiano a La Vanguardia. “Es un gesto de libertad diaria, pero la
mayoría quiere menos responsabilidad, cuando en realidad, a mayor
responsabilidad, mayor libertad”, remata.
Sólo
eres libre cuando eres responsable de tus decisiones.
Ante la toma de una decisión,
hay cinco miedos, según Nardone, que
pueden entrar a escena: el miedo a equivocarnos, a no estar a la altura, a
exponerse al juicio de los demás, a perder el control y a la impopularidad. El
primero es el más recurrente, quizás el más universal, y es que “queremos
evitar el error”, esgrime este psicólogo. Mientras que tras el segundo puede
esconderse una baja autoestima, o lo que vendría a ser lo mismo: la idea de no
ser capaz “de tomar la mejor decisión”, como relata en el libro este
especialista, creador de la Terapia Breve Estratégica y uno de los mayores
exponentes de la llamada Escuela de Palo Alto.
El miedo a exponerse al juicio
de los demás, como el de equivocarse, quizás sea uno de los más extendidos,
aunque seguramente constituya uno de los más paradójicos. Y lo es por el simple
hecho de que lo que piensen los demás de una persona trasciende al control de
ésta. Es una utopía querer controlar los juicios de los otros, como lo es
querer tener la certeza de que seremos capaces de controlar la nueva situación
que se derive de la toma de una decisión. Ya lo decía Buda: “La búsqueda de
certidumbre conduce a la incertidumbre”. “No hay que caer en la trampa del
exceso de rigor”, escribe Nardone en su última obra, y es que “conduce a la
asfixia de la capacidad”. “Tenemos que acostumbrarnos a vivir con la
probabilidad y no con la certeza, porque de ahí sólo partimos hacia la
inseguridad y al bloqueo”, agrega.
Con respecto al miedo a la
impopularidad, Nardone resume su punto de vista a través de una sentencia muy
explícita: “Saberse amado es una necesidad primordial, pero la necesidad de
sentirse amado por todos es su expresión disfuncional”. Al final todo se reduce
a lo que hace ya más de 1.500 años sentenciaba el filósofo estoico Epicteto:
“No son los hechos en sí los que perturban a los hombres, sino los juicios que
los hombres formulan sobre los hechos”. Una idea, ésta, que Nardone remata en
su libro citando a Ludwig Wittgenstein, quien aseguraba que “la realidad es el
fruto del lenguaje que utilizamos para describirla”.
Preguntas
incorrectas
Hay que tener en cuenta
también que, a veces, la respuesta a un dilema se convierte en una quimera
porque la pregunta está mal planteada y, en consecuencia, no tiene solución,
tal como defendía Immanuel Kant. “O concretamos las preguntas o lo único que
hacemos es crear contextos indecidibles”, señala Nardone. Para este psicólogo
también es necesario acabar con la idea falaz de la existencia de decisiones
irrevocables, porque es un planteamiento incierto. Muchas veces se puede
deshacer lo hecho.
De lo que relata Nardone en ‘El
miedo a decidir’ se extrae la idea de que lo más importante a la hora de elegir
es la gestión del miedo. “Sólo quien ha tenido miedo puede ser valiente; lo
demás es únicamente inconsciencia”, arguye el psicólogo italiano en su libro. Y
es que para él es evidente que todos tenemos miedo, pero la diferencia entre el
valiente y el miedoso es que “el primero lo acepta y lo gestiona, mientras que
el segundo no lo acepta y lo sufre”. En consecuencia, es evidente que el camino
a seguir no es evitar el miedo, ya que “cuanto más se evita”, esgrime, “más se
alimenta”.
Este psicólogo asegura que la
única vía para superar el miedo es evocándolo. Vendría a ser como lo que
defendía en su día William Shakespeare, quien postuló que “el loco es aquel que
intenta expulsar su propia sombra y se pierde en ella”. Nardone habla de
practicar la “tortura voluntaria”, que consiste en dedicar cinco minutos al día
a evocar pensamientos e imágenes no deseadas para que la mente acabe
rechazándolas con el tiempo. “Es la estrategia de echar más leña al fuego”,
apunta.
Así pues, todo se reduce a
tener la capacidad de enfrentarnos a nuestros miedos a la hora de decidir, algo
relativamente fácil de teorizar pero difícil de llevar a la práctica. Pero lo
cortés no quita lo valiente, y como reza un conocido koan japonés: “Aplazar las
decisiones nos hace perder la capacidad de decidir”.
Tomado de La Vanguardia
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