Me
parece, a la vez, profundamente revelador y esperanzador el hecho de que sea,
dentro mismo de la ciencia, donde se haya producido un cuestionamiento radical
de los postulados materialistas y de las pretensiones cientificistas.
A
pesar de que las implicaciones de sus resultados no se hayan plasmado todavía
en el imaginario cultural colectivo, la física cuántica ha revolucionado los
presupuestos sobre los que se asentaba la física clásica o newtoniana. En sus
escasos cien años de vida, ha supuesto un cambio radical de paradigma, de
consecuencias enriquecedoras. Efectivamente, a tenor de sus descubrimientos
incontestables, las cosas no son lo que parecen: la mente –y el llamado “sentido
común”- nos engaña con mucha facilidad.
Curiosamente,
la principal intuición procedente del nuevo paradigma científico no es
tecnológica. La física cuántica viene a confirmar algo para lo que no se
hallaba explicación racional: la estrecha relación entre nosotros y con todo el
cosmos. Hasta finales de la última década, los científicos y las mentes
científicas consideraron una ilusión la interconexión entre los seres humanos y
de estos con la naturaleza.
Sin
embargo, los experimentos contrastados en el mundo de las partículas
elementales han superado aquellas viejas concepciones atomistas, para afirmar
que la realidad a la que denominamos universo es un todo integrado, sin
fisuras.
Y,
curiosamente, esa es la experiencia espiritual genuina. A partir de ahí, parece
que la actitud sabia consiste en abrirnos a esa nueva visión que está
emergiendo, ya que –como decía Krishnamurti- “de esta crisis sólo podremos
salir mediante una transformación radical de la mente”.
El
denominador común de esta nueva cultura emergente es el holismo: Como ha
escrito Ervin Laszlo, “entre nosotros se extiende una nueva epidemia: cada vez
son más las personas infectadas por el reconocimiento de su unidad”. Es así:
crece por doquier la conciencia de la interrelación de todo, de la
no-separación, de la no-dualidad radical. Y esa nueva conciencia, que va
conformando una nueva cultura, afecta también a todas las dimensiones de
nuestra experiencia: a la economía, a la ecología, a la política, a las
relaciones, a la religión… CUANTICA
Enrique
Martínez Lozano
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