Ha sido alrededor de esta
última Semana Santa: Los laicos desconocen su naturaleza y su situación en la
iglesia católica, en relación con los clérigos. No sospechaba que fuera tanto.
En las cofradías se sienten más autónomos. La costumbre tira y están cargados
de buena voluntad. Además les mueve la razón turística. Aman su tierra y sus
tradiciones.
Pero en la iglesia primitiva,
la celebración eucarística y demás acciones dependían solo de la comunidad. Los
que presidían eran feligreses absolutamente normales (hoy serían los seglares).
También mujeres. La mayoría, casados. Los nombraba la comunidad.
El sacramento del orden:
Imposible probar que Jesús lo fundara. Al contrario, Jesús mostró -con palabras
y hechos- que no quería sacerdotes. Ni él mismo era sacerdote ni lo fue ninguno
de los "Doce" (ni Pedro, el considerado primer Papa), ni Pablo. Ni el
orden episcopal. Es creación de la Iglesia, que puede modificar o suprimir, si
conviniera.
La crisis de la Iglesia
perdurará y aumentará mientras no acabe con los dos estamentos cerrados
actuales: sacerdotes y seglares, ordenados y no ordenados. Se resolverían de un
plumazo muchos problemas, como la ordenación de las mujeres, la cuestión del
celibato, la desatención de poblaciones rurales, el malestar en la iglesia, el
vergonzante alejamiento progresivo de los fieles, etc.
Efectivamente, el episcopado y
el sacerdocio se desarrollaron en la Iglesia al margen de la Escritura,
justificándose más tarde como parte del dogma. Hasta llegar a definir al seglar
o laico por vía negativa: es el no clérigo, el no ordenado. De modo que el 99%
(y décimas) de los cristianos quedaron rebajados y oscurecidos.
El foso de la separación se
fue abriendo y solidificando primero, con el Edicto de Milán (313), por el que
Constantino, emperador romano, integró a la iglesia cristiana en el Estado. Los
seglares se transformaron en súbditos, bajo el poder de los clérigos; segundo,
con la exigencia de la “ordenación” para ejercer cargos en la comunidad
cristiana (principios del siglo V); tercero, con la Reforma Protestante (siglo
XVI): La teología postridentina llegó a equiparar iglesia católica y jerarquía.
Magisterio curial o Iglesia oficial-institucional son, hoy, los nombres de la
iglesia católica en los medios de comunicación… y, desgraciadamente, en la
mayoría de los fieles seglares.
Pío XI, promotor de la Acción
Católica, admitía que los seglares pertenecen a la Iglesia. Pío XII avanzó en
el camino correcto: Los seglares son Iglesia. Ives Congar -hijo de la formación
clerical- llegaría al extremo de afirmar que únicamente la jerarquía es
esencial para la existencia de la Iglesia. A pesar de haber publicado el primer
gran ensayo de una teología del laicado.
El Vaticano II continuó
fixistamente con la distinción clasificatoria: ordenados / seglares. Pues el
sacerdocio común del pueblo de Dios se distingue esencialmente [¡descarriado
adverbio!] del sacerdocio jerárquico o ministerial ('Lumen Gentium', nº 10).
Sin embargo, el Nuevo Testamento no conoce ningún sacerdocio, ni sacramental ni
común.
Los no ordenados son
instrumentalizados como ayudantes, como prolongación del brazo de la jerarquía
y siempre subordinados totalmente a ella. -Los seglares pertenecen a la
Iglesia, pero solo de manera limitada son Iglesia (Vat.II: 'Decreto sobre el apostolado
de los seglares', nº 6 s)-.
El CIC (Código de Derecho
Canónico – 1983) y el Sínodo episcopal sobre los laicos (Roma, 1987) dejan el
estado de la cuestión como está. Además, el canon 207 #1 lo reafirma añadiendo
-en contra de toda evidencia histórica- que esos dos estamentos fueron
instituidos por Dios. ¡Hasta el presidente del Consejo Pontificio para los
laicos es un cardenal o un arzobispo!
Así vivimos hoy, volviendo la
mirada atrás, hiriendo la sensibilidad de la sociedad actual y a Jesús de Nazaret…
que no quería sacerdotes.
“Esta iglesia es por esencia
una sociedad desigual, es decir, una sociedad que comprende dos categorías de
personas: los pastores y el rebaño... Estas categorías son tan distintas entre
sí que solo en el cuerpo pastoral residen el derecho y la autoridad necesaria
para promover y dirigir a todos los miembros hacia el fin de la sociedad; la
multitud no tiene más deber que el de dejarse conducir y seguir como dócil
rebaño a sus pastores” (De la encíclica 'Vehementer nos' al clero y pueblo de
Francia, 11 de febrero de 1906, del Papa san Pío X).
Por ahora, no hay más cera que
la que arde.
¡FELIZ PASCUA!
José Antonio Revuelta
Eclesalia
No hay comentarios:
Publicar un comentario