Actitud 1. No negarle nada a Dios:
La Madre Teresa de Jesús, Gonxha Agnes Bojaxhiu ingresó a
18 años en el Instituto de la Bienaventurada Virgen María (Hermanas de Loreto)
con el deseo de “estar en las misiones”.
Un año más tarde llegaba a Calcuta y tras el noviciado
estuvo destinada a la Escuela Bengalí Medium femenina de St. Mary hasta 1948,
año en que el Señor la llamó a fundar las Misioneras de la Caridad. Tal era el
deseo de entrega de Teresa que hizo un voto particular a Dios de “no negarle
nada”. Esta sería la raíz profunda de su
felicidad interna, una felicidad probada por una oscuridad espiritual en la que
vivió casi 40 años.
Actitud 2. Abrazar con misericordia:
Siendo hermana de Loreto, Teresa escuchó la voz de “su
Esposo Crucificado” que le pedía que saciara su sed “sirviéndole en los mas
pobres de los pobres”. Era el 10 de septiembre de 1946 y el Señor le pedía que
actuara Su Misericordia: “Ven, ven, llévame a los agujeros de los pobres. Ven,
sé Mi luz”. La “sed” por “salvar almas” que sintió Teresa desde el comienzo de
su vida religiosa se concretaba ahora por la unión mística con Cristo en “amar
y sufrir y salvar almas”. Teresa fue configurada por el deseo del corazón de
Jesús, la sed de Cristo crucificado la convirtió en “la Hermana de los barrios
miserables”
Actitud 3. Contemplar y transparentar a Dios en el corazón
del mundo:
En la Congregación de las Misioneras de la Caridad
(establecida el 7/10/1950) el Señor fue convocando a hermanas llamadas a ser
portadoras “del amor de Dios... el amor de un Dios infinitamente sediento”. Solo
una mística arraigada radicalmente en el amor de Dios podía ser y contagiar a
otras el deseo de ser “un apóstol de la alegría” mientras vivía una soledad
profunda en su corazón. Las misioneras de la caridad hicieron real la
misericordia de Dios para saciar a Cristo hambriento entre los más pobres,
cuidando su cuerpo y su espíritu “No somos trabajadoras sociales. Somos
contemplativas en el corazón del mundo.”
Describen su misión como dar a conocer a los más
despreciados que son “importantes para Dios”, pero no predicando, sino
“haciendo las cosas con amor” de manera que las personas se sentían “tocadas
por la gracia de Dios”
Actitud 4.
Encontrarse con el crucificado en oscuridad.
La correspondencia de la madre Teresa desveló lo que
ocultaba su sonrisa. La Madre escribía desde el “dolor y oscuridad”, desde el
sentimiento de un “anhelo doloroso de Dios” que “el lugar de Dios en mi alma
está vacío... no puedo explicar la tortura y el dolor... El ha tirado, como
despreciada a la hija de Su amor”. Como
fueron entendiendo sus confesores y directores espirituales, no estaba pasando
la “clásica noche oscura de los grandes místicos”. Parece ser que la vivencia
de profunda soledad y abandono de Madre Teresa era una identificación total con
Jesús en el Huerto, en la Cruz. Jesús la hacía una con El en su desolación
total. Teresa aprendió a vivirlo como la parte espiritual de su obra como “una
participación del sufrimiento redentor de Cristo” y por extensión una
“identificación con aquellos a los que servía”. Encontramos aquí la
misericordia de Dios en Teresa y por Teresa de Dios con los últimos de los
últimos de la India. En palabras de la madre “Toda la desolación de la gente
pobre, no sólo su pobreza material, sino su miseria espiritual debe ser
redimida, y debemos participar de ello” Teresa no entendía lo que estaba
viviendo, lo asumía como parte de su servicio a Dios y su misión y, mientras
tanto, los reconocimientos internacionales a “Su obra” crecían casi tan rápido
como la congregación.
Actitud 5. “Amar continuamente, dar y seguir dando hasta
que os duela”
Estando “miserablemente seca y helada” Teresa encuentra en
su deseo de Dios la fuerza para pedir una identificación total con su Esposo
Crucificado “Imprime en mi alma y mi vida los sufrimientos de Tu corazón”
En medio de este absoluto despojamiento espiritual, la
madre Teresa no dejó de viajar por medio mundo para (muy a su pesar) recibir
reconocimientos, dar conferencias y abrir nuevas comunidades.
En medio de su sentimiento abisal de abandono y ausencia,
esta mística de la misericordia afirmaba “Deseo ardientemente encender la luz
del amor en el corazón de cada criatura de Dios”. Y sin duda fue luz que brilló
entre los pobres más pobres de la India esos que “no tendrían fuerza ni para
aguantar la caña”
Madre siguió hasta su muerte sumida en una profunda
oscuridad pero se mantuvo fiel a su amor a Jesús hasta su ultimo aliento. En su
lecho de muerte un médico hindú pidió a su acompañante que le trajera el
Sagrario: “vaya a casa y tráigale esa caja... Esa caja, ese templo que traen y
ponen en su habitación y que Madre mira todo el tiempo... Madre estará muy
tranquila... ella simplemente mira y mira y mira esa caja”.
Actitud 6. Perseverar. Porque Dios es fiel.
Y el Señor hizo que la luz que encendió en “su pequeña”
brillara. Han pasado 68 años desde que
la Madre visitara por primera vez los “barrios mas miserables” de Calcuta un 21
de diciembre de 1948. En la actualidad la congregación de las Misioneras de la
Caridad la forman unas 4.500 hermanas en 133 países y tiene una rama masculina
y una contemplativa. En este tiempo las misioneras de la Caridad han sido
testigos de la misericordia de Dios entre, moribundos, pobres, prostitutas,
leprosos, enfermos de Sida... en quienes Dios sigue sediento de amor y ternura.
José María Segura sj
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