Vivimos en medio de un torbellino de noticias e
informaciones. Hoy sabemos lo que ocurre al día. Hemos leído prensa, nos hemos
asomado a sucesos de varios países, hemos podido conocer las opiniones de gente
de más de un continente.
Somos como esponjas en ese mar de información. Absorbiendo
datos, imágenes, recuerdos… que hoy son actualidad urgente y mañana serán ya
algo olvidado. ¡Qué digo mañana, dentro
de un rato! Consumimos todo tan deprisa que nos agotamos. Necesitamos estar
informados al instante. Saber lo que ocurre en cada momento. Conocer de todo.
Tener opinión de cada noticia. Y acabamos
agotados. ¡No me extraña! Queremos conocer tanto que somos incapaces de
asimilarlo.
¿Para qué tanto? Ese ritmo es agotador. Busca tu paso,
interésate por lo que te añade algo de valor y deja lo demás. Es posible que
sepas de un acontecimiento muy lejano y no te des cuenta que tu hijo quiere que
le escuches, o que tu mujer está esperando recibir una caricia. Busca tu ritmo
y céntrate en lo que tienes más cerca. Te vendrá muy bien.
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