EL PROBLEMA MÁS GRAVE NO ES EL HAMBRE SINO PERDER LA
DIGNIDAD AL NO TENER TRABAJO, ha dicho el PAPA FRANCISCO hace unos días.
Con independencia de la situación personal y familiar, el
problema del paro no nos puede ser ajeno. Nosotros no sabemos cómo podrá afrontarse.
Ahí están los políticos para encontrar vías de solución a esta lacra.
Especialmente grave en las personas jóvenes que, tras sus estudios, se
encuentran con un mercado cerrado a sus expectativas.
Nosotros, como miembros de un Movimiento religioso, tenemos
que implicarnos en ese problema porque,
aunque no nos afecte personalmente, no nos puede ser indiferente. Porque nada humano nos es ajeno. Especialmente
aquellas situaciones trágicas, como esta del paro. En la oración de estos días pidamos a Dios
para que, entre todos, encontremos el camino para que haya empleo y la gente
encuentro un medio para vivir dignamente.
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