miércoles, 2 de julio de 2014

LA CRUZ DE FERRO


Siempre llevo conmigo en el coche la cámara de fotos.

Ese día había transitado por diferentes pueblos Maragatos del camino de Santiago. La Cruz de Ferro era la última parada de mi itinerario. Después de unas cuantas fotos y empaparme de la serenidad del lugar, me disponía a subirme al coche para regresar a casa cuando la vi.

Caminaba despacio, ensimismada, como quien quiere contar los pasos para que la memoria nunca se vuelva olvido. El caso es que se acercó a la Cruz con la mayor de las solemnidades. Yo la contemplaba a distancia, incluso me retiré un poquito más para no irrumpir en su ceremonia. Subió lentamente el montículo de piedras y se quedó muy quieta junto a la Cruz. Tras unos segundos, la sentí llorar, lloró largamente..... Luego se abrazó a la base y rezó.

Tras unos minutos, recogió su mochila y descendió.

El sendero del camino proseguía donde yo me encontraba, y al llegar a mi altura me miró. Fue un instante, un segundo que tengo retenido.

Sus ojos estaban llenos de vida..........y sonreía.


Hay sonrisas que desvanecen la tristeza.

1 comentario:

  1. Hay momentos que enseñan más que muchas páginas. Setarcos

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