Nos encanta saber en qué cree cada persona: ¿es de izquierdas
o derechas? ¿creyente, agnóstico, ateo? ¿qué periódico lee? ¿qué autores están
en su mesa de noche? ¿a qué colegio o universidad fue?, etc. Y así nos hacemos
una idea, o mejor dicho, un prejuicio sobre esa persona.
Cada vez veo que estas clasificaciones me sirven menos. Cada
vez me importa menos lo que crea la persona con la que hablo. Pero hay algo que
sí me interesa. Lo que me interesa de verdad, lo que realmente me importa es si
la persona que tengo delante tiene más preguntas o más respuestas.
Los que tienen muchas respuestas y pocas preguntas me
aburren, me cansan, y no sé de qué hablar con ellos. Incluso me dan un poco de
miedo. Los encontramos en todas partes: en la Iglesia (son obispos, curas,
laicos…) y en todo tipo de credos; en todos los partidos políticos, de
izquierdas y derechas, en los separatistas y en los “unionistas”, en las bases
y en los dirigentes; en sindicatos, universidades, en los ascensores, en las
reuniones de vecinos, y por supuesto, en la tele, la tele está llena de ellos.
Por suerte los que tienen más preguntas que respuestas están
también en todas partes. Y aunque crean en cosas muy distintas a las mías
siento una profunda comunión con ellos. Si encuentro alguien con más preguntas
que respuestas, aunque esté en las antípodas de mis creencias, sé que
disfrutaré, que podremos emprender proyectos juntos y que podrá surgir ese
regalo tan precioso de la amistad. Esas personas me ayudan a buscar, me hacen
preguntas nuevas que me hacen salir de mí. Con ellos veo la realidad de formas
nuevas. Por supuesto, sé que saldré con más preguntas y menos respuestas, pero
¿no es eso vivir?
Javier Montes sj
Efectivamente, vivir es preguntarse y en ocasiones no hallar respuestas. La vida en mucho es enigma sin respuesta. Continuamente asistimos a situaciones que no sabemos cómo afrontarlas y menos explicarlas. Huyo de aquellos que lo saben todo y para todo tienen respuestas, Me gusta la gente que sabe reconocer que no tiene explicación, que no sabe por qué ocurre. De otra forma no entiende al ser humano. Setarcos
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