Hoy
celebramos la última cena de Jesús. Continuamente se nos recuerda que la salvación de Jesús resucitado se nos
está ofreciendo "HOY", Por eso
celebramos la Última Cena, no de hace 2000 años, sino realmente de hoy.
Debemos sentirnos
sentados en esa mesa donde Jesús nos da de comer y beber su cuerpo y su sangre,
ya que quien desee seguirle tiene que sentarse a su mesa y participar de todo
lo que aconteció en la noche en que iban a entregarlo. Y con su acto de lavar
los pies a sus discípulos nos enseñó la acogida incansable que debemos
manifestar hacia los demás, tanto si nos gustan como si no.
Por otra parte es el momento en que queda
instituida la Eucaristía y nos
dijo: "Haced esto en memoria
mía" (Lc 22,19). Pero es una Eucaristía distinta, porque en esta cena lo
que celebramos es la alegría de saber que esa muerte del Señor, que no terminó
en el fracaso sino en el éxito, tuvo un por qué y para qué: fue una
"entrega", un "darse", fue "por algo" o, mejor
dicho, "por alguien" y nada menos que por "nosotros y por
nuestra salvación". Por eso esta Eucaristía no está llena de la tristeza
del viernes santo sino de alegría porque lo que nos recuerda es que "el
Padre nos entregó a su Hijo para que tengamos vida eterna" (Jn 3, 16) y
que el Hijo se entregó voluntariamente a nosotros, muriendo en una cruz.
Por eso es
como si estuviéramos a la vez tristes,
porque sabemos que Cristo va a morir y alegres
porque nos sabemos amados por Dios hasta la muerte.
Es
fundamental estar atentos a lo que se despierta en nosotros. La salvación se
nos ofrece cada día. Hoy mismo debe ser para nosotros un día de salvación.
Un abrazo
Huellas
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