¡Qué frío!, pero cuanta belleza hay en esa
escarcha sobre los pétalos de la rosa. En nuestra vida hay muchos momentos
semejantes. Momentos de frialdad que nos crea escarcha, pero a la vez la mirada
de Dios nos ve bellos y su calor hará que vayamos poco a poco derritiendo ese
frío para que la rosa vuelva a su forma normal.
Para Dios siempre somos bellos, tanto en el frío
como en el calor. Ojala nosotros sepamos mirar con calor a los que nos rodean
aunque estén en un momento frío hacia nosotros. Le pedimos al Espíritu Santo
que nos dé el ardor suficiente para amar a todos con calor.
Un abrazo
Huellas
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