Meir Schneider, educador
visual, terapeuta y precursor de la visión natural
62 años. Nací en Ucrania, crecí
en Israel y vivo en San Francisco. Lo que sé y lo que enseño no lo aprendí en
la universidad, pero tengo un doctorado en reconocimiento a mi trabajo. El 80%
de las personas que están en sillas de ruedas no deberían estarlo. Soy judío.
Creo en la conexión entre Dios y la naturaleza
Inspirador
La fuerza personal y la
generosidad de una comunidad con la ética de compartir y enseñar lo que sabe
devolvió la vista a este hombre que profundizó en lo aprendido hasta crear un
método de sanación personal. Fundó la Escuela de Auto-Sanación en San Francisco.
En el 2007 fue nombrado en Israel “uno de los 10 israelíes más inspiradores”, y
en el 2010 Gavin Newson, entonces alcalde de San Francisco, le otorgó el
certificado de Honor por una vida dedicada a mejorar la calidad de vida de las
personas con limitaciones visuales y físicas. Tiene varios libros escritos
(Logrando la salud por ti mismo, e imparte cursos por todo el mundo. Pasó por
Barcelona invitado por la Asociación Española para la Educación Visual.
Meir significa dando la luz, un
nombre fantástico para quién ha nacido ciego.
Y premonitorio...
Nací con cataratas congénitas,
glaucoma y estrabismo. Después de cinco operaciones antes de los cinco años,
ambos cristalinos quedaron destruidos casi por completo.
¿Sin remedio?
El doctor Stein, oftalmólogo de fama
internacional, el último en operarme, firmó que mi condición era irreversible.
Sólo veía sombras. Fui declarado oficialmente ciego, aprendí braille y fui a
una escuela especial en Israel.
Es obvio que no se rindió.
Nunca abandoné el sueño de ver. A
los 17 años tuve la suerte de conocer a Isaac, más joven que yo, que había
superado una grave miopía con ejercicios oculares a través del método del
oftalmólogo William Bates y que con paciencia me enseñó.
¿En qué consiste ese método?
Según Bates, la tensión física y
mental es la causa principal de los problemas oculares. Cuando el ojo se
relaja, se utilizan las células oculares correctas y la visión no se debilita.
Pero de ahí a recuperar la
vista...
Se trata de reeducar el ojo,
usarlo tal como funciona cuando está relajado. Bates diseñó una serie de
ejercicios que yo practiqué de manera tan obsesiva que desencadené nistagmus
(movimientos oculares rápidos e involuntarios).
Siguió sin rendirse.
En un año podía reconocer caras y
ver letras de tamaño normal acercándomelas a la nariz. Con el tiempo pude
sacarme el carnet de conducir. Hoy he recuperado el 70% de la visión.
Explíqueme alguno de esos
ejercicios.
Se basan en nueve principios. El
fundamental es que el estrés es la principal causa de la mala visión. La fatiga
mental incide directamente en la fatiga ocular y ambas impiden la nitidez.
Hay que relajar la vista.
Sí, es esencial encontrar
momentos para mirar a lo lejos. Si miramos de cerca, los músculos se tensan, el
cristalino se vuelve rígido y empieza a degenerarse. Demasiadas horas de
ordenador, móviles y televisión.
Es la vida moderna.
Pues crea problemas no sólo de
ojos sino también de espalda, pero basta con parar cada 20 minutos para hacer
un par de estiramientos. De la misma manera, el uso excesivo de gafas graduadas
(que potencian un punto focal específico) nos hace tensar los ojos. Tampoco es
aconsejable el uso excesivo de gafas de sol.
Eso será polémico.
Los ojos deben acostumbrarse a
las distintas frecuencias de luz. Si utilizamos gafas de sol, las pupilas se
debilitan, el sistema nervioso sufre, y producimos menos melanina.
¿Nuestros ojos producen
melanina?
Sí, este pigmento está en
nuestros ojos para oscurecer la luz, es como si lleváramos unas gafas de sol
dentro de la retina, y su escasez afecta al resto de la piel. Impusieron a dos
comunidades de aborígenes australianos el uso de gafas de sol y por primera vez
se les quemó la piel.
Curioso.
La gran mayoría de las personas
con patologías visuales pueden aprovechar la luz del sol para mejorar su vista.
También es importante fomentar el uso de la visión periférica.
Apenas la usamos.
En la selva no duraríamos ni una
hora, porque hoy sólo vemos lo que tenemos delante. Una de las consecuencias de
perder la periferia, de usar en exceso la visión central, es la presión
constante y por consiguiente el glaucoma.
¿No hacemos nada bien?
Necesitamos una revolución.
Piense que el 95% de la miopía es adquirida. También hay que acostumbrarse a
fijarse en los detalles y pasar de uno a otro para evitar la degeneración
macular.
No siga..., ¿tiene remedio?
Incluso la vista cansada se puede
recuperar. Lo primero es aprender a parpadear de forma pausada y a menudo, a
respirar y a relajarse.
¿Por qué no es conocido el
método Bates?
Fue desacreditado, en cualquier
campo los pioneros no suelen ser bienvenidos, y requiere tiempo y esfuerzo del
paciente.
Usted ha ido más allá de
Bates.
Tuve grandes maestros que me
enseñaron que todo el cuerpo está conectado. Si por ejemplo tienes el cuello
tenso, los músculos no van a permitir el flujo suficiente de sangre a tu
sistema ocular.
¿La manera en que utilizamos
el cuerpo cambia su estructura?
Sí, y trabajamos en exceso
algunos músculos y articulaciones, mientras otros no los utilizamos nunca. Si
dejamos de mover aunque sea una parte, el resto del cuerpo se ve afectado. Por
ejemplo, las piernas con parálisis afectan los brazos y el torso. Hay que
entender algo fundamental.
Usted dirá.
Nuestra mente limita nuestras
habilidad para utilizar el cerebro. El cerebro acepta las restricciones y queda
programado para las limitaciones que la mente le ha impuesto.
Pero me habla de un trabajo
ímprobo.
Nacemos con el poder para
sanarnos, está en cada célula de nuestro cuerpo, cada músculo, vaso
sanguíneo... Andamos por doquier en busca de curas para nuestras enfermedades,
sin darnos cuenta de que hay una fuerza en nuestro interior con la capacidad
para sanarnos.
Publicado en La Vanguardia 2016
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