1 Por aquellos días se presentó
Juan Bautista en el desierto de Judea proclamando:
2 - Enmendaos, que está cerca el
reinado de Dios.
3 A él se refería el profeta
Isaías cuando dijo: Una voz grita desde el desierto: Preparad el camino del
Señor, enderezad sus senderos (Is 40,3).
4 Este Juan iba vestido de pelo
de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes
y miel silvestre. 5 Acudía en masa la gente de Jerusalén, de todo el país judío
y de la comarca del Jordán, 6 y él los bautizaba en el río Jordán, a medida que
confesaban sus pecados.
7 Al ver que muchos fariseos y
saduceos venían a que los bautizara, les dijo:
- ¡Camada de víboras!, ¿quién os
ha enseñado a escapar del castigo inminente? 8 Pues entonces, dad el fruto que
corresponde a la enmienda 9 y no os hagáis ilusiones pensando que Abrahán es
vuestro padre; porque os digo que de las piedras estas es capaz Dios de sacarle
hijos a Abrahán.
10 Además, el hacha está ya
tocando la base de los árboles, y todo árbol que no da buen fruto será cortado
y echado al fuego.
11 Yo os bautizo con agua, en
señal de enmienda; pero llega detrás de mí el que es más fuerte que yo, y yo no
soy quién para quitarle las sandalias. Ése os va a bautizar con Espíritu Santo
y fuego, 12 porque trae el bieldo en la mano para aventar su parva y reunir el
trigo en su granero; la paja, en cambio, la quemará con fuego inextinguible.
La figura del evangelio de
este domingo, Juan Bautista, nos está alertando del peligro de dejarnos llevar
por el mundo, sus ídolos y sus codicias. Son los fariseos y saduceos, hoy nosotros. Viene a advertirnos que no valen las
apariencias, que lo más grande está en el corazón, donde habita el mismo Dios, el bautismo del Espíritu.
Podemos caer en la trampa de
esperar a alguien de fuera que nos venga espabilar. Sin embargo, el evangelio
nos viene a decir que los gestos desde fuera son solo advertencias para darnos
cuenta de que la grandeza está en el interior.
Todos llevamos el Espíritu
Santo en nuestro interior y nos dice que no aparentemos ser buenos, que no
basta con cumplir los preceptos, que es necesario vivir unidos a los demás.
Todos nos importan. Todos somos hermanos. Por eso, esta advertencia a
convertirnos.
Este tiempo de adviento es el
momento de mirar a nuestro interior, de contemplar a Dios, de llenarnos de
esperanza porque Dios está con nosotros. ¿Seremos capaces de darnos cuenta?
En el video que sigue nos
invita a ello. Feliz domingo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario