Hemos
encontrado esta foto de una silla vieja que los dueños se resisten a tirar.
Siempre pensamos que se puede arreglar, ponerle un asiento, lijarla, ajustar
las varillas, enderezar los brazos y pintarla. Pero eso requiere mucho tiempo y
va quedando abandonada, con lo que cada vez se va quedando más vieja.
Seguramente terminará en una caldera para ser quemada.
En la vida
nos puede pasar lo mismo. Guardamos cosas viejas que ya no nos valen y de esa
forma ni buscamos lo nuevo, ni arreglamos lo antiguo. Hay muchas cosas que por
mucho que nos gustaran en otro momento, hoy ya no nos valen, porque quedan
desfasadas. No debemos agarrarnos a lo viejo inservible.
En la
Iglesia todos tenemos que ayudar a una renovación de muchas cosas que son
necesarias y no vale querer arreglar las antiguas, porque Dios nos dejó al
Espíritu Santo para ir renovándola. Si no quisiera esto no nos habría dejado al
Espíritu. Lo viejo es viejo, lo antiguo que vale hay que cuidarlo, pero lo que
puede provocar problemas, como la silla sin el asiento, es mejor desecharlo.
Un abrazo
Huellas
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