Encontramos
a menudo a personas agobiadas por las cargas que según dicen, la religión les
imponen y a veces no sabemos cómo ayudarlas.
Lo que si
les decimos, y os decimos a todos los que nos leéis, es que están creyendo en
un Dios que no existe.
Nuestro
Dios es alguien que nos libera, que nos
quita los fardos pesados y que nos abraza continuamente. ¿Qué imagen tenemos de
Dios?
Tenemos
que matar esos dioses que no lo son, que son normas que el auténtico Dios no
quiere.
Es verdad
que a veces la ayuda a los otros o el dominio de nuestros defectos es costoso,
pero siempre es liberador. Creamos en el Dios del amor, no en el dios del
temor.
Os
queremos
Huellas
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