Siempre nos hemos preguntado que quiere decir eso
de: …”y bajó a los infiernos” de nuestro credo. Nos queremos quitar la pregunta
de la cabeza porque no lo entendemos. Pero hemos leído un texto de J. Ratzinger donde nos dice: “en vez de apartar a un lado la pregunta,
¿no deberíamos más bien aprender a comprender que este artículo del credo, que
en el curso del año litúrgico corresponde al Sábado Santo, nos resulta hoy
especialmente cercano, que refleja en muy gran medida la experiencia de nuestro
siglo? De todos modos, en el Viernes Santo la mirada se dirige al Crucificado;
el Sábado Santo, en cambio, es el día de la “muerte de Dios”. Nietzsche decía
«Dios está muerto, nosotros lo hemos matado». Estas frases expresan el
contenido del Sábado Santo, el «descendió a los infiernos».
Los discípulos de Emaus dicen que su esperanza ha
muerto y eso les lleva al más completo vacío. Pero no se dan cuenta que la
imagen de Dios que ellos se habían hecho debía morir para poder vivir con mayor
grandeza.
Por eso Eichendorff escribió:
«Tú eres
el que destruye dulcemente/
sobre
nosotros lo que construimos,/
a fin de
que contemplemos el cielo:/
de eso no
me quejo».
Por eso en la Iglesia y en la vida de cada uno
debemos llegar a ese momento del silencio, del vacío absoluto, del bajar a los
infiernos, para desde allí, una vez que Dios haya destruido todos nuestros
vanos razonamientos, podamos contemplar la maravilla de la grandeza de Dios.
Seguiremos con este tema.
Un abrazo
Huellas
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