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En esta cuarta etapa el
doliente comienza a comprender la certeza de la muerte y expresa un aislamiento
social en el que se rechaza la visita de seres queridos.
Se siente tristeza, miedo e
incertidumbre ante lo que vendrá. Sentimos que nos preocupamos mucho por cosas
que no tienen demasiada importancia mientras que levantarse cada día de la cama
se siente como una tarea realmente complicada. Estos sentimientos muestran que
el doliente ha comenzado a aceptar la situación. La frase que contiene la
esencia de esta etapa es “Extraño a mi ser querido, ¿por qué seguir?”
En esta etapa la atención del
doliente se vuelve al presente surgiendo sentimientos de vacío y profundo
dolor. Se suele mostrar impaciente ante tanto sufrimiento sintiendo un
agotamiento físico y mental que lo lleva a dormir largas horas. Además la
irritabilidad y la impotencia toman un gran protagonismo ya que durante esta
etapa se enfrenta a la irreversibilidad de la muerte.
Si bien el doliente siente que
esta etapa durará por siempre es importante considerar que la depresión de este
proceso de duelo no es sinónimo de enfermedad mental sino que se trata de
una respuesta adecuada a una gran pérdida por lo que las emociones de la
depresión deben ser experimentadas para sanar. Sé paciente contigo mismo y
recuerda que sentir esta depresión es la manera de salir de ella.
Es el momento en donde hacemos
las paces con esta pérdida permitiéndonos una oportunidad de vivir a pesar de
la ausencia del ser querido.
El doliente llega a un acuerdo
con este acontecimiento trágico gracias a la experiencia de la depresión. Esta
etapa no significa que estamos de acuerdo con esta muerte sino que la pérdida
siempre será una parte de nosotros. Este proceso nos permite reflexionar sobre
el sentido de la vida así como lo que queremos de la vida a partir de ahora. La
frase que resume la esencia de esta etapa es “Todo va a estar bien”.
Esta etapa consiste en aceptar
la realidad de que nuestro ser querido se ha ido físicamente por lo que debemos
comprender que esta nueva realidad que vivimos sin él será nuestra realidad
permanente de ahora en adelante. Se trata de aprender a convivir con esta
pérdida y crecer a través del conocimiento de nuestros sentimientos. Comenzamos
a depositar nuestras energías en nuestras amistades y en nosotros mismos
estableciendo una relación distinta con la persona fallecida.
La rutina diaria toma un mayor
protagonismo en la vida del doliente mientras que ya no se invocan los
recuerdos del ser querido con sentimientos de culpa. Esta introspección te
permitirá realizar una evaluación de tu vida y analizar cuál es el crecimiento
obtenido durante este proceso a partir del cumplimiento de asuntos irresueltos.
Esto se debe a que puedes observar que las cosas malas le suceden a la gente
buena y a la gente mala también, por lo que la muerte no es percibida como un
“castigo” sino como parte de la vida.
*Elisabeth Kübler-Ross (Zurich
1926 – Arizona 2004) psiquiatra y escritora suizo-estadounidense, fue una de
las mayores expertas mundiales en temas de la muerte, personas moribundas y
cuidados paliativos. Fue pionera en el campo de la investigación de las
experiencias cercanas a la muerte.
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