Sentado en el telonio me encontraste.
Publicano yo, Dios, en mi dinero,
mas todo lo dejé –Tú lo primero –
cuando al mirarte vi que me miraste.
Hoy, sentado también, el pan tomaste
y me lo das tu cuerpo por entero.
Igual el vino. ¿Y cómo, Dios, no muero
si en ellos sé, Señor, que te entregaste?
Un día me pediste te siguiera
y fui contigo y fue mi primavera,
el encuentro mejor de los encuentros.
Hoy me pides seguirte de otro modo.
Otra forma eres Tú. Lo dejo todo
y te sigo, Jesús, por mis adentros.
Ramón Molina Navarrete.
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