Hemos leído en pastoral sj:
Todos tenemos deseos,
anhelos profundos, sueños que perseguimos, si acaso tenemos la fuerza, las
circunstancias o el valor para hacerlo, y otros que se nos atascan, que no
sabemos perseguir, porque no encontramos el momento o la forma… Nos sentimos
atraídos por personas, o por proyectos, nuestra imaginación nos enseña a intuir
caminos, un futuro, posibilidades para nosotros y otros. Ese anhelo es tan
humano que nos costaría imaginar a una persona absolutamente indiferente a
todo. Es como un pozo profundo, del que sacásemos un agua muy necesaria. Y en
el fondo de ese pozo pelean, en nosotros, lo mejor y lo peor, lo más sublime y
lo más turbio. En ese pozo está también Dios…
Añadimos:
No siempre van bien las
cosas. Mejor, no siempre van las cosas como queremos. Nos llenamos de deseos, de proyectos y
queremos que salgan como nos lo imaginamos. Y no salen. Y creemos que no lo
hacemos bien. Incluso podemos pensar que hemos fracasado.
Pues no es así. Los proyectos
se realizan como se puede. Aceptar como salen es ya una gran sabiduría. Esto no
es resignarse. Es poner realismo a las situaciones. Dios cuenta con ello. Con que salgan como
salen.
Bien sabe Dios que metemos
la pata, que no hacemos las cosas bien. Pero nadie nos ha exigido que todo
salga bien. Nadie nos puede pedir que todo trascurra como queremos. Sabemos que
no es así. Vamos a aceptarlo. Porque eso nos hará bien.
Acepto mis límites, mis
equivocaciones, mis errores…ayúdame, Señor a darme cuenta de ellos. ¡¡Son mis
verdaderos aprendizajes!!
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