¡Trasunto
de cristal,
bello
como un esmalte de ataujía!
Desde
la galería
esbelta,
se veía
el
jardín. Y María
virgen,
tímida, plena
de
gracia, igual que una azucena,
se
doblaba al anuncio celestial.
Un
vivo pajarillo
volaba
en una rosa.
El
alba era primorosa.
Y,
cual la luna matinal,
se
perdía en el sol nuevo y sencillo,
el
ala de Gabriel blanco y triunfal.
¡Memoria
de cristal!
Juan
Ramón Jiménez.
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