Yahvé nos dice: YO SOY EL QUE SOY. Con
esta manera de hablar nos está dando su nombre y al hacerlo se da a sí mismo,
porque su nombre es su ser.
El rostro de Dios es el rostro de la
liberación y de la misericordia. Cuando nos da ese nombre está sacando a su
pueblo de la esclavitud en Egipto a la liberación, y en esto demuestra una
misericordia entrañable hacia su pueblo, al que nosotros también pertenecemos.
Nos dice la Biblia que cuando ve a sus
hijos en la pobreza y en la opresión: “…Tenderá
su brazo y se desnudará ese brazo (Is. 52,10)” para ayudarnos.
Dios está ahí con la mano tendida para
nosotros, así libera a los cautivos (Salmo 67, 6-7, levanta del polvo a los
desvalidos, alza de la basura al pobre y defiende a los oprimidos (Salmo 102,
8-6).
Cuando Dios nos da su nombre lo hace
caminando a la cabeza de su pueblo de la esclavitud a la libertad. Su rostro
aparece por lo que ha hecho, hace y hará por nosotros con mano fuerte y brazo
extendidos.
Por eso no permitamos que nada nos esclavice.
Desnudemos nuestra alma ante el Señor y Él nos liberará cogiéndonos de la mano.
Su rostro es el de la misericordia entrañable. ¡Qué más queremos!
Un abrazo
Huellas
Yo soy el que soy: pura esencia, no necesita adjetivos, cualquier calificativo que le pongamos sería insuficiente. Qué inteligente concepto de Dios: soy el que soy. Setarcos
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