Un buen día dejé todos
mis sueños olvidados en un cajón. Fue el día en que me perdí y olvidé quien
era. Fue el día en que me olvidé de mí, del mundo y de ti; el día en el que
olvidé tu sombra, tu magia y tu poder; el día que me retiré a vivir en el oscuro
y desierto limbo de los tristes y de los incapaces.
Yo no lo sabía
entonces, pero tú estabas esperando, entre las brumas de mi angustia, paciente
y sereno, a que surgiera mi momento. Y cuando tropecé, cuando se hundió todo,
apareciste de pronto a través de la luz de la razón, esa que con tanto orgullo
enarbolo. Sólo con ella podías acercarte entonces, ciega como estaba al
sentimiento. Sólo con ella podías mostrarme una nueva ruta: el sendero de
vuelta a casa. Dudé al principio, ¿qué pinta alguien como tú en compañía de esa
sobria y ampulosa señora? “Pesadilla absurda”, pensé. “Tonterías de ese
subconsciente que tanto cantó Freud”.
La diosa razón es
poderosa, pero supiste minarla poco a poco. Ya estabas aquí y no pensabas
marcharte. Ya podía verte, ya podíamos ser uno. Ya estabas conmigo en cada
tropiezo convertido en mi fuerza y en mi voluntad. Ganaste por suerte y te has
hecho fuerte y poderoso en mí. Ahora ya puedo volar hacia el infinito, pues en
cuanto dudo vuelves a colgarme las alas que necesito; vuelves a llamarme con
fuerza para que inicie la ruta desde el último golpe.
Porque tú eres yo. Tú
eres todo. Yo soy tú, el díos que vive en mí. Tú eres la humana que duda y
llora. Yo soy el dios que sabe y que puede. Somos uno y caminamos este largo
camino. Yo tropezando y rodando varios metros hacia atrás, tú levantándome con
alegría y esperanza.
No importa cuantas
veces caiga; no importa cuanto sangren mis heridas. Tú estás, yo estoy, tú eres
yo, yo soy tú y contigo puedo, valgo y sé. Yo, la humana que tropieza, que
llora y que se queja, dejo todo cuanto hago, todo cuanto soy, todo cuanto
siento en tus manos, pues tú sabes hacerlo mucho mejor que yo.
María José
En cada persona hay como dos mundos: el que quiere tirar para delante y el que se arruga. Echarle ganas desde el equilibrio. Es lo difícil. Setarcos
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