- Cuando
el yo sufre, necesita sentirse acompañado: por otra persona, por el propio
“adulto”, por “Dios” o el Misterio.
- El yo no puede ver al Misterio sino como un “Tú”. Y
dirigirse a Él en clave relacional, expresando todo lo que sienta necesario. Y
dedicando a ello todo el tiempo que necesite.
- Y
le “pide ayuda” para vivir constructivamente esa situación difícil o dolorosa.
- Al
sintonizar con el Misterio, la persona entra en la verdad de Lo que es: empieza a situarse
en la órbita adecuada, que le permitirá afrontar lo que ocurre y, desde ahí,
hallar una salida de crecimiento y trascendencia.
- Será
capaz de aceptar lo que le está ocurriendo, por duro
que le resulte, porque lo recibirá como viniendo de Él y, por tanto, cargado de
sentido y de esperanza…, aunque de momento no entienda nada.
- Será
capaz, incluso, de agradecerlo,
porque si viene del Misterio no puede ser sino Gracia.
- Y
todo ello lo hará, además, desde el Amor: dejándose sentir el amor hacia el
Misterio de lo que es, y sintiéndose amado por él. El Amor se transmutará
también en Sentido, aun en medio de lo aparentemente absurdo.
- Poniendo
cada vez más toda su atención en el amor al Misterio,
permanecerá anclado en el presente, evitando cavilaciones y pensamientos
obsesivos en torno a la situación generadora de dolor.
- No
se trata de imaginar al Misterio, ni siquiera de querer “personalizarlo”,
sabiendo que es más que lo que nosotros llamamos
“persona”.
- Y,
poco a poco, lo iremos percibiendo como nuestro
Núcleo más profundo, del que nunca hemos estado ni podremos estar
separados. Y vendremos a descubrir que Lo
que somos acoge y ama lo que tenemos o lo que nos pasa.
- Lo
que todo ello requiere es atención
plena. Porque no se trata solo de “saber” algo o de entenderlo mentalmente,
para que se haga realidad en nosotros. Es la atención
plena al momento presente, que nos hace “tomar distancia” del yo y nos sitúa
en el Testigo, la que hace
posible la vivencia de la plenitud.
- De
un modo concreto: vive la respiración
consciente siempre que
puedas, del modo más plenamente atento, reconócete en ella y no te identifiques
con ningún objeto físico, situacional, mental o emocional que aparezca en tu
vida.
Enrique Martínez Lozano
Porque desde el Yo es posible la plenitud porque implica identificación con el Todo en el que están incluidos todos los yo. Setarcos
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